11 años tiene Lupita; hasta hace unos meses soñaba con conquistar el mundo, con crecer y cumplir todas sus metas, pero la vida le tenía preparado un escenario muy diferente, un calvario que derrumbó sus ilusiones y la llevó a sufrir en carne propia toda clase de agresiones, humillaciones y rechazos como si la peor pecadora se tratara, como si Dios se hubiera ensañado con ella y quisiera purgar todos los males de la humanidad en una sola persona.
Lupita nació y creció en una comunidad de Ahualulco y ahí mismo fue víctima de abuso, no se sabe cuántas veces fue violada. Su agresor, de quien todavía no se sabe nada, aprovechó los momentos de descuido para hacer de las suyas y ultrajar a la niña. No tuvo recato ni remordimiento para violentar a un ser inocente. Así, entre penas, dolor y sufrimiento, Lupita quedó embarazada y su cuerpo comenzó a crecer cuando ella todavía deseaba jugar con muñecas, estudiar, bailar y divertirse.
Con diversos malestares y serias complicaciones, Lupita intentó seguir con su vida y así, en febrero pasado, regresó a clases presenciales luego de muchos meses de no ver a sus maestros y amigos. Pensó que en la escuela tendría un espacio seguro para olvidarse de las agresiones, pero no fue así. Tan pronto como se dieron cuenta, los maestros en los que confiaba y la Dirección de la Escuela Primaria decidieron expulsarla por considerar que era un mal ejemplo para sus compañeros.
Algunos de sus amiguitos contaron lo ocurrido a sus papás y fueron ellos, los vecinos, quienes alertaron a las autoridades correspondientes. Solicitaron la intervención del DIF y presentaron la denuncia formal ante la Fiscalía de Delitos Sexuales con la intención de que se investigara y castigara al responsable de tan cobarde ataque. Cuando las instancias de justicia acudieron para verificar la información, se toparon con que la madre de la víctima la estaba escondiendo, no quería que se supieran los hechos. La actitud hizo sospechar que el agresor es, quizá, algún conocido o familiar de Lupita.
La pequeña, ahora, se encuentra en un lugar seguro. Fue sacada de su casa, un lugar donde debieron cuidarla y darle toda la protección necesaria mientras se trabaja para que el ataque no quede impune y se sancione a la bestia que trajo desdicha y dolor a la vida de Lupita.