En 1938 la universidad de Harvard reclutó a 724 jóvenes que fueron monitorizados por el resto de sus vidas. Es el primer estudio en toda la historia que se ha observado durante toda la existencia a cientos de personas, desde la juventud hasta la vejez, a través de entrevistas y pruebas clínicas para determinar su felicidad.
El director del proyecto, Robert Waldinger, ha publicado sus hallazgos y nos dice que a partir de los 60 la gente es más feliz, todo el mundo se puede dar giros positivos a su vida. La clave que marca una buena vida es la calidad de nuestras relaciones sociales.
Ni la infancia, ni el barrio en que te crías marcan el destino, mucho menos que la soledad es muy peligrosa. La felicidad aumenta a edades avanzadas porque el cerebro da más valor a lo positivo que a lo negativo y prioriza lo que alegra.
El investigador no cree que la riqueza sea un factor determinante para disfrutar una buena vida, sino lo contrario. “la búsqueda de la felicidad no es un privilegio de los ricos; de hecho, las comunidades sin recursos son a menudo más felices”.
La generosidad si es un factor importante, para el doctor Waldinger. “El bienestar sube cuando cuidamos a otros”.