Le llegó la hora de dejar el cargo al delegado de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes en el Altiplano, Carlos Gutiérrez González; tras la salida del ahora exsecretario, Leonel Serrato, quedó desamparado y se va también de la dependencia pero no sin antes hacer una más de sus fechorías con el requerimiento de la cantidad de 10 mil pesos a cada uno de los conductores de las Wilis de Real de Catorce, con la justificación de que este dinero es para dejarlos amparados ante la llegada de la nueva titular, Araceli Martínez.
Son varias las denuncias de quienes ofrecen el servicio de paseo por la sierra en el Pueblo Mágico de Real de Catorce, hacia este personaje que se decía, tener el poder por haber tenido el cargo como un regalo de Leonel Serrato. Ahora con su salida, denuncian que, no se quiere ir con las manos vacías y se dio a la tarea de pedirle a uno de sus mas cercanos colaboradores, Agustín Reta, que se encargara de reunir a los conductores de las Willys para solicitarles 10 mil pesos supuestamente para dejarlos «amparados» ante la nueva titular, de quien, aseguran, habló de lo peor, y de esta forma puedan trabajar con normalidad.
Parte de el grupo de conductores, por temor a las palabras de Carlos Gutiérrez, realizó el pago, sin embargo, otra parte se ha negado, puesto que, no han recibido ningún comunicado oficial y mucho menos tienen el conocimiento de que exista manera del supuesto amparo para seguir trabajando a la llegada de Aracely Martínez. Es por esto que se atrevieron a denunciar para evitar que, Gutiérrrez González, se llene los bolsillos a costa de amenazas y de sembrar temores e incertidumbre del futuro y el único ingreso de las personas dedicadas a dar tours a los visitantes a Real de Catorce.
De acuerdo a varias víctimas de Carlos Gutiérrez González y de Leonel Serrato, en Real de Catorce hay 50 Willys, por lo que, estos personajes políticos buscan embolsarse la cantidad de 500 mil pesos antes de irse fracasados por no haber podido lograr el objetivo de ser operadores del Partido Morena en el Altiplano, tal como lo presumía González, a fin de llegar a tener otro puesto que le permitiera abusar del poder y «sangrar» a los ciudadanos.