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Las trampas que nos colocamos a nosotros mismos

Los sesgos cognitivos son una especie de atajos que nuestro cerebro utiliza para tomar decisiones de la forma más rápida posible, de no existir este tipo de mecanismos de ahorro, destinaríamos demasiado tiempo a cada pequeña decisión que tomamos en nuestro día a día, lo que sería muy poco adaptativo.

Estos sesgos son siempre inconscientes, involuntarios y rápidos, por lo que nos influyen sin que ni siquiera nos demos cuenta.

Sin embargo, a veces pueden llevarnos a cometer errores, la razón es que estos sesgos son mecanismos automáticos en los que no media nuestra racionalidad, por lo que podemos tomar decisiones y emitir acciones que no se ajustan a lo que haríamos, de alguna manera, los sesgos cognitivos distorsionan nuestra percepción de la realidad y nos empujan a actuar de una forma ilógica.

Existen diferentes tipos de sesgos cognitivos que, de una forma automática y sin que nos demos cuenta, nos hacen actuar o decidir muchas veces de manera ilógica en el día a día, como: Anclaje El sesgo de anclaje se refiere a la tendencia a juzgar una situación con en base a la información más reciente que hemos recibido sobre ella, ante eventos sobre los cuales no tenemos demasiados datos, nos inclinamos por confiar en la información más actual.

Por ejemplo, cuando te dejas llevar por una oferta sin comparar precios, solo guiándote en la primera información.

Efecto de arrastre Este efecto consiste en la tendencia a hacer o creer algo porque muchas personas lo hacen o creen, este sesgo no debería sorprendernos, pues los seres humanos necesitamos sentirnos parte del grupo social y percibir esa identidad colectiva, de manera que nuestras acciones pueden estar únicamente justificadas porque las hacen los demás.

Efecto espectador De acuerdo con este fenómeno, cuando se produce una situación de emergencia y alguien necesita ayuda, la probabilidad de que alguien intervenga se reduce a medida que se incrementa el número de personas presentes en ese momento.

Hay quienes defienden que, al existir varios testigos, cada individuo asume que será otro quien intervenga, por lo que se abstiene de actuar.

Sesgo de confirmación Este sesgo consiste en la tendencia a favorecer, buscar, interpretar y recordar aquella información que permite confirmar las propias creencias e hipótesis.

Paralelamente, se infravalora de forma desproporcionada la existencia de otras posibles alternativas.

Este sesgo es especialmente habitual cuando se trata de contenido emocional donde entran en juego creencias relacionadas con los valores de la persona.

Sesgo de punto ciego Este tipo de sesgo es muy habitual, nadie está exento de tener prejuicios que nublan la forma de pensar y actuar, sin embargo, solemos ser incapaces de detectar los prejuicios propios, aunque enseguida señalamos aquellos que sesgan el comportamiento y pensamiento de los demás.

Sesgo de negatividad Este tipo de sesgo consiste en la tendencia a ensalzar el aspecto negativo de las cosas frente al positivo, los expertos en la materia consideran que esto puede deberse a un aprendizaje cultural, por el cual hemos aprendido que las malas noticias suelen ser más importantes.

Estos son algunos de los sesgos cognitivos que nuestro cerebro utiliza para tomar decisiones rápidas, sin embargo, todos estos pueden ser contraproducentes en ocasiones, llevándonos a tomar decisiones ilógicas o poco racionales, este tipo de mecanismos son automáticos, involuntarios y rápidos, por lo que habitualmente los llevamos a cabo sin ser conscientes de ello.

Estefanía López Paulín

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