Si bien el ambiente tiene un papel moldeador innegable en la conducta de un individuo, tampoco se puede ignorar que la genética aporta un peso en la configuración de la personalidad, la emocionalidad y ciertos comportamientos.
Han sido los estudios genéticos y con gemelos los que acarrean el mayor peso de la investigación, relacionando genes concretos con rasgos como la inteligencia o la impulsividad.
Asimismo, existen predisposiciones genéticas a determinados trastornos, como la depresión, las adicciones y el espectro autista.
Un campo emergente a este respecto es la epigenética, que analiza cómo el ambiente modifica las expresiones genéticas.
Estos cambios, además, serían heredables, por lo que se trata de una manera novedosa de explorar la interacción entre herencia genética e influencia del ambiente.
Sería una muestra de esto cómo el estrés o la exposición a sustancias tóxicas modifican el comportamiento.
Un comportamiento heredado es aquel que tiene una base genética y que, además, se transmite a través de las generaciones, entre ellos se hallan modelos de interacción social, por ejemplo; también rasgos de personalidad y tendencias hacia determinados patrones, como la adicción.
Pero ¿Cuáles son estos rasgos de personalidad y comportamientos que son heredables?
Comportamiento adictivo: existen personas más susceptibles a caer en adicciones, ya sea a sustancias o de otro tipo, como la ludopatía.
Inteligencia: son varios los genes identificados en la determinación de la capacidad cognitiva de un individuo.
Agresividad: el comportamiento humano agresivo, de igual manera, cuenta con bases genéticas heredables.
Rasgos de personalidad: los estudios con base en el modelo de los cinco grandes rasgos de personalidad estiman que la herencia genética explica entre el 40 y el 60 % del comportamiento, señala un artículo de Translational Psychiatry.
No obstante, aún no se conocen qué genes determinan esta variación.
Trastornos del estado de ánimo: la predisposición genética es relevante en la aparición de trastornos como la depresión o la bipolaridad.
Citando a Eric Dunn et al. (2015), “las personas con trastorno depresivo mayor tienen tres veces más probabilidades que aquellos sin el trastorno de tener un pariente de primer grado que también tenga depresión”.
No obstante, aún queda mucho por descubrir, pues la genética es un campo aún inexplorado en comparación con otras áreas de la naturaleza humana, además, si a esto se le agrega la influencia del ambiente, son muchos los factores que aún faltan por entrelazar para precisar el porqué del comportamiento humano.
Estefanía López Paulín
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