Antes de la sociedad rápida y científica que caracteriza a nuestro siglo, fueron muchos los médicos que se preocuparon por el papel de la mente en el desarrollo de enfermedades físicas, en cómo las emociones y sus correspondencias fisiológicas afectaban al cuerpo y por lo tanto, también los tumores cancerígenos.
Parece que las personas que experimentan frecuentemente la tristeza o ira no expresada, desesperanza, tienen sentimientos de impotencia, o una baja autoestima, podrían ser perfiles propensos a ciertas enfermedades, en general, el estrés mantenido en el tiempo parece tener mucha relación con el cáncer, la diabetes tipo 2, los derrames cerebrales, los infartos, etc.
Estresarse es una cuestión evolutiva, nos ayudaba a luchar o huir en caso de peligro, cuando vivíamos a merced de los depredadores, la respuesta fisiológica que produce el estrés es muy beneficiosa si tenemos que salvar nuestra vida, pero esta liberación de hormonas enferma nuestro cuerpo si no tiene un fin.
Reducir el estrés no es fácil en la sociedad en la que vivimos, sobre todo en ciudades grandes, donde los estímulos vienen de todos lados, sin dejar casi a nuestro cerebro descansar; Ruidos, contaminación, luces, imágenes por todos lados, gente que se mueve deprisa, coches que se mueven despacio, acabar con el estrés de nuestras vidas, significa reconectarse nuevamente con nosotros mismos, dejar un poco de lado el mundanal ruido y volver a “dentro de nosotros”.
Y ¿cómo podemos hacer eso? Mantén una mente flexible, ante las adversidades de la vida es importante mantener una mentalidad positiva y aprender a rescatar lo bueno de cada situación, aunque en algunas pueda ser más complicado que en otras.
Desecha a las personas tóxicas: si el estrés genera enfermedad, las personas que te estresan tienen esa capacidad.
Deséchalas y no sufras por ello, al final es tu salud y tu vida las que están en juego.
Cuida tus emociones: Todas las emociones son adaptativas, hasta las que menos nos gustan., pero una cosa es vivir estas emociones de forma pasajera, y otra quedarse anclado en ellas.
Se ha visto que emociones como la ira, la tristeza, la ansiedad o el miedo, cuando se sostienen indefinidamente, producen alteraciones en nuestra salud como dolores de cabeza, enfermedades arteriales, trastornos digestivos, etc.
Vuelve a la naturaleza: si los estímulos producen estrés al cerebro, volver a la naturaleza, a su quietud, a su tranquilidad, nos provocará paz y relajación.
La naturaleza es fuente de calma, aprovecha para contemplarla, para conectarte con ella, para enraizarte. Estefanía López Paulín
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