La iniciativa con Proyecto de Decreto que propone expedir la Ley de Cultura de Paz del Estado y Municipios de San Luis Potosí, fue turnada a comisiones de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología y Puntos Constitucionales, para su análisis y dictamen, con el objetivo de que se traduzca en una acción afirmativa en contra de la violencia que contamina prácticamente todos los ámbitos de la vida pública, privada y social.
La cultura de la paz se conceptualiza como una serie de valores, actitudes, apreciaciones y conductas que rechazan claramente la violencia, así como la prevención de los conflictos. Para lograrlo, coloca en el centro de sus intenciones la necesidad de atacar sus causas para resolver los problemas mediante el diálogo y el acuerdo entre las personas, los actores y entre las naciones.
La legisladora promovente señala en la exposición de motivos que, si a nivel internacional la cultura de paz registra avances y diseños tan relevantes y globalizados, es importante que aquí se profundice esta cultura y sea adoptada como un rasgo deseable en la cultura política de los potosinos y las potosinas.
Hacerlo, significará una clara demostración del compromiso de mejoramiento que existe con el tiempo difícil que nos ha tocado vivir; para penosa demostración, están las imágenes de la sevicia vista en cadena nacional y en las redes sociales en la que un grupo de criminales, usando como pretexto un partido de futbol, cometió conductas criminales llenas de crueldad y cobardía, frente a la mirada temerosa y horrorizada de miles de familias, niñas y niños, adolescentes y jóvenes incluidos.
Pero, además, aprobar una nueva Ley de Cultura de Paz para nuestro estado y nuestros municipios, sería coherente y congruente con nuestro propio texto constitucional que en su artículo 10 ya establece el principio de cultura de paz, como elemento rector de la política de Estado que es la educación en San Luis Potosí, señala la legisladora en el documento.
La iniciativa aspira a modificar sustantivamente la manera de pensar, los hábitos, las prácticas, las percepciones e incluso los valores que identifican a nuestra sociedad con una que practica muchas formas de violencia y una, en donde la violencia encuentra cobijo y terriblemente, justificación, a una en la que la cultura de paz nos enseñe a relacionarnos de forma armónica y digna con las otras personas.