Septiembre es el mes en donde se promueve la prevención del suicidio, y es que es un tema que, aunque a muchos nos cause ruido, sigue siendo un tema difícil de tocar, y sobre todo, es un tema rodeado de miles de mitos, los cuales en esta columna desmentiremos.
“El que se quiere matar no lo dice y el que lo dice no lo hace.”
9 de cada 10 personas que se suicidan manifiestan claramente sus propósitos y creer que no lo hacen conduce a no prestar atención a las personas que manifiestan sus ideas suicidas o amenazan con suicidarse, pero; además a minimizar las amenazas suicidas que pueden considerarse erróneamente como chantajes, manipulaciones, alardes, etc.
“El sujeto que se repone de una crisis suicida no corre peligro alguno de recaer y todo el que intenta el suicidio estará en ese peligro toda la vida.”
Existe un mayor riesgo de suicidio cuando la persona ha tenido intentos previos; sin embargo, con buen acompañamiento es posible que la persona aprenda a dar manejo de sus crisis emocionales y no recurra al suicidio como una alternativa en posteriores oportunidades.
“Todo el que se suicida está deprimido.”
Aunque toda persona deprimida tiene posibilidades de realizar un intento de suicidio o un suicidio, no todos los que lo hacen presentan este trastorno. Pueden presentar otras condiciones como esquizofrenia, alcoholismo, trastornos del carácter, entre otros
“El suicidio no puede ser prevenido, pues ocurre por impulso.”
Antes de intentar suicidarse, toda persona evidencia varios síntomas que se han definido como síndrome presuicidal, consistentes en constricción de los sentimientos y el intelecto, inhibición de la agresividad (la cual ya no es dirigida hacia otras personas y se reserva para sí) y existencia de fantasías suicidas, todo lo cual se puede detectar a su debido tiempo, a fin de evitar que esta persona lleve a cabo sus propósitos.
“Al hablar sobre el suicidio con una persona en este riesgo se le puede incitar a que lo realice, pues sólo los psiquiatras pueden prevenir el suicidio.”
Está demostrado que hablar sobre el suicidio con una persona en tal riesgo, en vez de incitar, provocar o introducir en su cabeza esa idea, reduce el peligro de cometerlo y puede ser la única posibilidad que ofrezca el sujeto para el análisis de sus propósitos autodestructivos.
Es cierto que los psiquiatras son profesionales experimentados en la detección del riesgo de suicidio y su manejo, pero no son los únicos que pueden prevenirlo. Cualquiera interesado en auxiliar a este tipo de personas puede ser un valioso colaborador en su prevención.
“El suicida desea morir.”
El suicida está en una posición ambivalente, es decir, desea morir si su vida continúa de la misma manera y desea vivir si se produjeran pequeños cambios en ella. Si se diagnostica oportunamente esta ambivalencia, se puede inclinar la balanza hacia la opción de la vida.
Y por último: “El que intenta el suicidio es un cobarde o es un valiente.”
Los que intentan suicidarse no son valientes ni cobardes, sólo son personas que sufren, pues la valentía y la cobardía son atributos de la personalidad que no se cuantifican o miden según la cantidad de veces que alguien se quita la vida o se la respeta.
Estefanía López Paulín
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