Una oleada de fe y tradición recorre México con la imposición de ceniza, un ritual ancestral que marca el inicio de la Cuaresma, un periodo de 40 días de introspección y preparación para la Semana Santa.
La ceniza, obtenida de la quema de las palmas del Domingo de Ramos del año anterior, se impone en la frente de los fieles en forma de cruz, recordándoles la fragilidad de la vida y la necesidad de la conversión. La frase «Polvo eres y en polvo te convertirás» resuena en las iglesias, evocando la muerte y la necesidad de vivir con un propósito.
La Cuaresma no solo es un tiempo de penitencia, sino también de transformación personal. Los creyentes se embarcan en un viaje espiritual, intensificando su oración, leyendo la Biblia, asistiendo a la Misa y participando en el viacrucis. El ayuno y la abstinencia de carne, especialmente los miércoles y viernes, son prácticas tradicionales que buscan fortalecer la voluntad y el dominio propio.
La Cuaresma también tiene un fuerte arraigo cultural en México. Las calles se adornan con alfombras de ceniza elaboradas con gran esmero y creatividad. En las mesas, platillos típicos como capirotada y torrijas reemplazan la carne, reflejando la riqueza culinaria y la tradición de este periodo.
