El desmedido dominio sobre niños y adolescentes se refleja en la poca tolerancia a la incertidumbre, en tener expectativas desmedidas o reglas rígidas. Esta conducta puede generar niños dependientes o, todo lo contrario, menores agresivos que se rebelan contra las normas.
La crianza que los padres proveen a sus hijos influye hasta el punto de moldear su personalidad y perfilar su conducta y relaciones afectivas en su vida adulta. “Todas las figuras de referencia son parte del estilo de apego que se le da a un niño”, dice Patricia Zori, psicóloga clínica especialista en apego y trauma.
Todas las personas reproducen el vínculo afectivo que tuvieron en la niñez con sus progenitores. Una crianza puede ser un mix multifactorial; se puede tener una figura que controla, pero ser la otra más permisiva, por lo tanto, se puede contrarrestar ese apego ansioso.
Pero si predomina la crianza de imposición, puede ser porque ambos padres tuvieron experiencias negativas o porque así se lo transmitieron en su infancia, una etapa donde sintieron inseguridad y ahora perciben el mundo como un lugar amenazante y hostil.
Y es que la personalidad de ambos progenitores perfilará en gran medida el estilo de crianza que les darán a sus hijos a lo largo de su vida. La Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) recoge cuatro principales tipos de crianza, entre ellos el autoritario y controlador, estilo por el que los padres tienden a la exigencia, son severos, inflexibles y tratan de controlar el comportamiento de sus hijos.
Los otros tres tipos son: los padres con autoridad, aquellos que son cariñosos, pero, al mismo tiempo, establecen límites; los permisivos, que son también cariñosos, pero más relajados y no suelen exigir mucho al niño; y, por último, los progenitores pasivos, que tienden a ser indiferentes, poco accesibles y, a veces, incluso, pueden ser ausentes.
Paloma Diez psicóloga, describe a los progenitores controladores, que se incluyen en el estilo de crianza autoritario, como ansiosos: “Con frecuencia esta necesidad de dominio viene de una falta de tolerancia a la incertidumbre y mucho miedo a que a sus hijos les pase algo malo”. Un miedo que, tiene diferentes consecuencias:
Genera menores excesivamente dependientes y temerosos, que no son capaces de hacer cosas solos sin antes recibir el visto bueno de sus progenitores, o, por otro lado, pueden volverse agresivos, se rebelan ante el exceso de control, son perfeccionistas, no toleran el error y muy mentiros.
Es por esto por lo que es importante implementar una crianza, en el libro “9 reglas para una educación consciente” escrito por un grupo de psicólogos infantiles, se explica cómo tomar consciencia de la edad del niño, de sus necesidades, de su etapa evolutiva y de sus particularidades según cada tipo de personalidad y temperamento es crucial “para no proyectar nuestras frustraciones o carencias”.
En el libro, también se hace hincapié en la idea de que cada menor es independiente, tiene su propio aprendizaje y debe y ha venido a hacer su propio camino, así que los padres deben ayudarles en ese proceso y no entorpecerlo o limitarlo.