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Del antojo al placer: ¿qué es la comida chatarra y por qué nos gusta tanto?

La comida chatarra, también conocida como alimentos ultraprocesados, se ha convertido en uno de los comestibles favoritos para muchas personas. Esta categoría de alimentos incluye productos como papas fritas, refrescos, galletas, hamburguesas, entre otros, que son ricos en grasas, azúcares y sodio, pero carecen de nutrientes esenciales. ¿Por qué preferimos estos alimentos que pueden perjudicar nuestra salud? La respuesta está en una combinación de factores biológicos, sociales y culturales.

¿Qué es la comida chatarra?

Para poder entender por qué nos encantan tanto estos alimentos, es necesario primero entender qué son. Según el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra “chatarra” hace referencia a algo de baja calidad, y este término se utiliza comúnmente para describir alimentos que son pobres en nutrientes pero altos en grasas, azúcares y sodio. Entre los ejemplos más comunes se encuentran las papas fritas, refrescos, golosinas, pasteles, hamburguesas y pizzas. Son alimentos que, a pesar de ser sabrosos, no ofrecen un gran valor nutricional, pero sí un alto contenido calórico.

Los alimentos ultra-procesados se caracterizan por haber sido modificados en su contenido nutricional y por contener aditivos que mejoran su sabor, color y textura. Estos productos incluyen desde refrescos y golosinas hasta cereales endulzados, papas fritas y mermeladas. Aunque pueden parecer inofensivos, su consumo habitual está vinculado a problemas de salud como obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades del corazón.

¿Por qué nos gusta tanto la comida chatarra?

La fascinación por estos alimentos va más allá de su sabor. Según Elvira Sandoval Bosch, profesora del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM, existen tres razones principales por las que preferimos la comida chatarra: biológicas, sociales y culturales.

Razón biológica: Los alimentos ultra-procesados activan una respuesta en nuestro cerebro al generar dopamina, un neurotransmisor que nos da una sensación de bienestar y placer. Es por esto que tendemos a consumir estos productos cuando estamos estresados, ansiosos o simplemente buscando una recompensa rápida. Esta sensación de placer, similar a la que causan sustancias adictivas como la cocaína, hace que nuestro cerebro asocie estos alimentos con una fuente de satisfacción emocional.

Razón social: La publicidad y los medios de comunicación también juegan un papel crucial en nuestra inclinación por estos alimentos. Las empresas invierten grandes cantidades de dinero en crear productos que no solo sean sabrosos, sino que también tengan una presentación visual atractiva y sean fáciles de consumir. Además, su disponibilidad en casi todos los lugares y su bajo costo en comparación con alimentos frescos o naturales, los convierte en una opción accesible para la mayoría de las personas.

Razón cultural: Los hábitos alimenticios se heredan y transmiten de generación en generación. En muchas familias, ciertos productos como refrescos o frituras se consumen a diario y se convierten en parte esencial de su estilo de vida. Esta rutina, combinada con la facilidad de acceso y la comodidad de los alimentos chatarra, refuerza su consumo regular.

¿Cómo impacta la comida chatarra en la salud?

Aunque puede ser tentador incluir estos productos en nuestra dieta diaria, las autoridades de salud advierten sobre sus riesgos. La Secretaría de Salud subraya que los alimentos ultra-procesados son obesogénicos y están desequilibrados nutricionalmente, lo que los convierte en una amenaza para la salud pública. Un consumo frecuente de estos productos está directamente relacionado con el desarrollo de enfermedades como la obesidad, la diabetes tipo 2, y trastornos cardíacos.

Además, según la Procuraduría Federal del Consumidor, el aumento de la disponibilidad de comida chatarra se debe, en gran parte, a los cambios en el estilo de vida moderno. Con jornadas laborales más largas y el acceso a alimentos rápidos y baratos, las personas tienden a elegir opciones que requieran menos tiempo de preparación, pero que a menudo son menos saludables.

¿Qué podemos hacer?

Para proteger nuestra salud, es importante tomar decisiones conscientes sobre nuestra alimentación. Elegir alimentos frescos y mínimamente procesados es un buen primer paso. Asimismo, leer las etiquetas de los productos para evitar aquellos con altos niveles de sodio, azúcares y grasas, puede ayudarnos a tomar decisiones más informadas. Al final, reducir el consumo de comida chatarra y optar por opciones más saludables no solo mejorará nuestra salud física, sino también nuestro bienestar emocional.