Con más de 20 años de investigación, Matthew Walker, el «Diplomático del Sueño», sostiene que dormir mal se asocia a sufrir depresión, ansiedad e incluso llegar pensar en atentar contra la propia vida.
El especialista expresa que lo más recomendable para el cerebro y el cuerpo es un sueño diario de 8 horas, para gozar de salud y felicidad.
El profesor de neurociencia y psicología en la Universidad de California-Berkeley y director del Center for Human Sleep Science, indica con preocupación que hoy la gente busca dormir lo menos posible, porque siente que pierde el tiempo; esta función biológica se ha convertido en una molestia cuando es fundamental para la salud y el bienestar porque pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo.
Estadistas como Margaret Thatcher o Ronald Reagan, presumían dormir poco, de cuatro a cinco horas, lo que se asocia a ser más productivo, cuando puede significar lo contrario, prueba de ello son es que en Estados Unidos una persona muere cada hora en accidentes de tránsito debido a falta de sueño del conductor.
En su texto, el experto puntualiza no es negociable, se deben dormir de siete a ocho horas por noche “hay que convencer a la gente de que, lejos de ser un gasto improductivo, las horas que dedicamos a dormir se encuentran entre las más útiles de nuestra vida”.
Tan importante es el sueño que la NASA esta actuando rápidamente para que los trabajadores conozcan su importancia, incluso hay empresas que están otorgando bonos por dormir más, ya que está comprobado que aumenta la productividad.
Matthew Walker, afirma que el sueño no tiene cabida en la educación de los niños, no importa que aprendan menos, sean menos creativos, mueran más en accidentes de tráfico, se vuelvan obesos, desarrollen Trastorno de Déficit de Atención, sean propensos a la depresión, etc., por el efecto prolongado en la salud por la falta de sueño.
Abunda al señalar que no se puede engañar al sueño con pastillas para dormir, porque ninguna genera un efecto natural y además se ha comprobado que no generan ningún beneficio.
Y remata en su libro diciendo que el sueño es lo que primero se sacrifica cuando estamos llenos de trabajo o de ocupaciones, porque pensamos que se puede recuperar cuando es prácticamente imposible.