Las consecuencias psicológicas de la pobreza son más o menos universales, ya que apuntan a la disminución de la autoestima, a la depresión, ansiedad e inseguridad, factores emocionales que dificultan aún más el desempeño laboral y que a menudo conducen a salidas fáciles: alcoholismo, drogadicción, etc., agravando así el problema aún más.
La pobreza es la carencia de insumos y condiciones para cubrir las propias necesidades básicas (físicas y psíquicas) de manera digna y satisfactoria. Así, se trata de mucho más que simplemente la falta de dinero o bienes, si bien suele emplearse el término “pobre” para indicar la carestía económica o para referir a las clases más débiles en la estructura social.
Los índices de pobreza son reflejo de las capacidades de desarrollo de un país, y suelen medirse a través de una serie compleja de indicadores que incluyen el desempleo, la alimentación, la vivienda propia, y el acceso a los servicios básicos como la salud, la educación, el agua potable o la electricidad.
La pobreza en México se mide, de acuerdo a las leyes de este país, en base a una serie de factores determinantes, que son: alimentación, acceso al agua potable y la electricidad, seguridad social, vivienda, rezago educativo en el núcleo familiar, ingresos económicos y cohesión social. Estos factores determinan el índice de “desarrollo social” de un sector determinado de la población.
La población que vive con menos de 1,25 USD sufre de pobreza extrema.
Se reconocen cinco tipos de pobreza, conforme a sus modos de medición específicos:
Pobreza moderada. La población que vive con menos de 20 USD diarios.
Pobreza coneval. La población que vive con menos de 10 USD diarios.
Pobreza relativa. La población que vive con menos de 5 USD diarios.
Pobreza absoluta. La población que vive con menos de 2 USD diarios.
Pobreza extrema. La población que vive con menos de 1,25 USD diarios.
Si bien la población mexicana posee menos de un 50% de ciudadanos viviendo por debajo del umbral internacional de pobreza postulado por el Banco Mundial, se estima que en términos de medición nacional, el porcentaje sea bastante diferente.
Del 100% de la población mexicana, un 76,9% de la población total viviría en pobreza moderada, un 45,3% en pobreza Coneval, un 28,2% en pobreza relativa, un 13,4% en pobreza absoluta y 1,8% en pobreza extrema o crítica.