Pasadas las celebraciones y las fiestas, es común despertar a la mañana siguiente y sentir que tu cabeza aún da vueltas, tu cuerpo duele y unas náuseas incontrolables te invade. En efecto, andas crudo.
La cruda es una serie de síntomas desagradables que aparecen tras consumir alcohol en exceso. Los efectos más comunes incluyen dolor de cabeza, mareos, náuseas, fatiga, sensibilidad a la luz y al sonido, y alteraciones emocionales como ansiedad o irritabilidad.
Para prevenir la cruda, es fundamental consumir alcohol con moderación y de forma responsable. Los expertos recomiendan beber lentamente y con el estómago lleno, ya que las personas más pequeñas pueden experimentar efectos más intensos. Además, se debe limitar el consumo a una bebida por día para las mujeres y dos para los hombres. Un «trago» equivale a una cerveza de 360 ml, 150 ml de vino o 45 ml de licor fuerte. También es importante alternar entre bebidas alcohólicas y vasos de agua para evitar la deshidratación, una de las principales causas de la cruda.
Si ya se ha consumido en exceso y se experimenta cruda, no existen soluciones rápidas, y la recuperación generalmente toma entre 12 y 24 horas. Para aliviar los síntomas, se pueden consumir soluciones electrolíticas, como bebidas deportivas, o un consomé, para reponer las sales y el potasio perdidos. Descansar también es clave para permitir que el cuerpo se recupere.
Es importante evitar medicamentos con paracetamol (como Tylenol), ya que pueden causar daño hepático cuando se combinan con alcohol. La mejor forma de lidiar con la cruda es con tiempo, hidratación y descanso.
La moderación y la precaución son esenciales para disfrutar de una copa sin los efectos negativos al día siguiente. Con responsabilidad y autocuidado, es posible minimizar los efectos de la cruda.