Entre las leyendas más enigmáticas de la época virreinal en México destaca la historia de La Mulata de Córdoba, figura mítica originaria del estado de Veracruz y parte esencial del folclore mexicano contemporáneo. Su historia, llena de elementos de brujería, superstición y misticismo, ha sobrevivido al paso del tiempo a través de múltiples versiones.
Según la leyenda, en el siglo XVII, cuando se fundó la ciudad de Córdoba, llegó a la región una mujer mulata de gran belleza, cuya sola presencia despertaba tanto admiración como temor. Mientras algunos quedaban hechizados por su hermosura y la veneraban por sus conocimientos en medicina herbolaria, otros la acusaban de tener pactos con el diablo, asegurando que poseía poderes sobrenaturales que le permitían, incluso, estar en dos lugares al mismo tiempo.
La creciente polémica en torno a su figura llamó la atención de la Santa Inquisición, que la apresó bajo la acusación de brujería. Fue recluida en el presidio de San Juan de Ulúa, donde aguardaría su condena a muerte en la hoguera. No obstante, la historia toma un giro fantástico: una noche, tras haber dibujado con un trozo de carbón un detallado barco en la pared de su celda, desapareció misteriosamente, dejando atrás únicamente a un carcelero fuera de sí, aferrado a las rejas del calabozo vacío.
Aunque no existen pruebas históricas de su existencia real, la leyenda ha cautivado a estudiosos, escritores y artistas. Su historia fue llevada a la ópera en 1948 por Xavier Villaurrutia y Agustín Lazo, y también ha sido adaptada al cine, consolidándose como uno de los relatos más fascinantes del imaginario popular mexicano.