La playa no es solo un destino turístico: es un auténtico manantial de salud. Con sus elementos naturales —agua salada, algas marinas, brisa, sol y arena—, constituye un espacio cargado de propiedades terapéuticas para el cuerpo y la mente. Científicos y especialistas en bienestar lo confirman: pasar tiempo en el mar puede ser tan beneficioso como acudir a un balneario médico.
El agua de mar es rica en hasta 85 oligoelementos esenciales como yodo, magnesio, calcio, zinc y potasio. Nuestro cuerpo no los produce por sí mismo, por lo que debe absorberlos del entorno o la alimentación. ¿La buena noticia? El organismo puede retener estos beneficios marinos por hasta 12 meses.
El contacto con el mar y la brisa marina aporta estos nutrientes de forma natural, contribuyendo al metabolismo, al sistema inmunológico y a la regeneración celular.
- Problemas cutáneos: El agua salada desinfecta la piel, elimina impurezas y mejora afecciones como la psoriasis, gracias a su alto contenido en yodo.
- Huesos y articulaciones: Bañarse en el mar alivia dolencias reumáticas como la artritis, reduciendo el dolor y relajando los músculos.
- Pulmones: La brisa marina limpia las vías respiratorias, ayudando a personas con bronquitis, asma o alergias a respirar mejor.
- Corazón: La cercanía al mar reduce la frecuencia cardíaca y mejora la absorción de oxígeno, ideal para quienes padecen enfermedades cardiovasculares.
La talasoterapia es un método terapéutico que utiliza agua de mar y clima costero. Las algas marinas, presentes en la arena, son una fuente poderosa de vitaminas y minerales: solo un kilo de algas contiene tanto yodo como 10.000 litros de agua marina, y hasta 500 veces más vitaminas. Al entrar en contacto con la piel, sus propiedades tonificantes, exfoliantes y regeneradoras se activan de forma natural.
El mar no solo cura el cuerpo, también la mente. Las olas generan iones negativos, partículas microscópicas que elevan el ánimo y combaten el estrés, la ansiedad y hasta la depresión. Además, mirar el horizonte marino ayuda a relajar la vista, siendo una terapia natural contra la fatiga visual provocada por pantallas.
Caminar descalzo por la orilla no solo es placentero, también fortalece los tobillos, mejora la circulación y combate el insomnio. La arena actúa como un exfoliante natural y estimula puntos clave en la planta del pie que favorecen la salud general.