El pasado 13 de junio aterrizó en cines la nueva versión de “Cómo Entrenar a Tu Dragón”, una apuesta arriesgada que vuelve a colocar a Dean DeBlois en la silla de director. Con Mason Thames como Hipo, Nico Parker como Astrid y el regreso vocal de Gerard Butler como Estoico, la cinta intenta recrear en live action la magia animada que convirtió a la trilogía original en un clásico moderno. Pero, como suele pasar con los remakes, la pregunta inevitable es: ¿de verdad hacía falta?
La respuesta no es sencilla. La película conserva la esencia del original: la conmovedora relación entre Hipo y su padre, el crecimiento del joven vikingo y, sobre todo, su vínculo con Chimuelo, ese dragón que nos enseñó que la amistad puede volar más alto que el miedo. En estos aspectos emocionales, el filme cumple. La recreación del vuelo inaugural de Hipo sigue siendo poderosa. La música de John Powell, fiel al legado sonoro, sigue siendo uno de los motores emocionales más potentes, con momentos que sacan lágrimas incluso a quienes ya conocen la historia.
Visualmente, la Isla Mema brilla. Las batallas, las flechas encendidas surcando el cielo y los dragones logran sostener el espectáculo en pantalla grande. Es, sin duda, una experiencia atractiva para las nuevas generaciones, especialmente niños y familias que no vivieron la versión animada.
Pero el vuelo no es perfecto. La película se alarga más de lo necesario, más de 30 minutos respecto a la original, con secuencias añadidas de entrenamiento y drama adolescente que rompen el ritmo y no aportan mucho al desarrollo. Lo que fue una narración ágil y entrañable se convierte en una cinta que a ratos parece demasiado consciente de su legado como para soltar el freno.
Y aquí nace su mayor pecado, “Cómo Entrenar a Tu Dragón” es respetuosa, sí; visual y emocionalmente competente, también. Pero su extremo apego al original, su falta de riesgo y su estilo visual menos expresivo hacen que se sienta más como un homenaje que como una película con identidad propia. A diferencia de su protagonista, no se atreve a volar más allá de los límites.
En la historia, Hipo desafía una tradición ancestral para crear un mundo mejor. El remake, irónicamente, elige lo contrario: quedarse cómodo en lo conocido. El resultado es un vuelo seguro, bello y funcional… pero que jamás alcanza la libertad creativa que convirtió a la versión animada en algo verdaderamente inolvidable.