El sábado pasado, la visita de la presidenta Claudia Sheinbaum a San Luis Potosí dejó un mensaje más claro que el agua: Rosa Icela Rodríguez es precandidata a la gubernatura y tendrá el apoyo de la mandataria. Si bien es cierto que la secretaria de Gobernación tiene su origen en tierras del Potosí, también lo es que en su corazón late, desde hace tiempo, la idea de gobernar la entidad, aunque, precavida como es, tiene como plan B a su hermana Rita, a quien mantiene al frente del partido Morena, pese a que en su hoja de resultados hay solo derrotas y muchos conflictos.
Rosa Icela se ha creído muchos chismes que oficiosos le llevan hasta la Secretaría de Gobernación. Pese a su formación como periodista y a haber ocupado altos cargos, no ha superado el nivel huastequito de hacer política, y eso le ha llevado a que su partido coseche pérdidas en los procesos electorales. Por iniciativa propia, Rosa decidió cobijar a los malquerientes del gobernador Ricardo Gallardo y pelear sus luchas, sin conocer la realidad política que vive su partido en San Luis Potosí, y que no es muy diferente a la nacional: soberbia, abusos, excesos, enriquecimientos inexplicables, corrupción y cero trabajo. El último fracaso fue la elección judicial, en la que algunos operadores se jactaban de “chingarse el dinero” que les dieron para la movilización del primero de junio.
Pero lo que ocurrió durante la visita de Sheinbaum es sintomático: la secretaria de Gobernación, que debe tener mil pendientes en el país, se tomó el fin de semana para estar con ella en Ciudad Valles y luego en los eventos de Rioverde y en la inauguración de la central de ciclo combinado de la CFE en Villa de Reyes. Sheinbaum decidió guardar las formas el viernes: se hospedó en un hotel propiedad del empresario Adrián Esper, en Ciudad Valles. El hotel bloqueó cincuenta habitaciones para que nada ni nadie pudiera molestar a la presidenta. Pero el sábado, en Rioverde, Icela apareció en el presidium durante la inauguración del área de imagenología en el hospital local. Chaparrita, exaltaba el pecho para demostrar el poderío que trae bajo el brazo, pero procuró, en el recorrido por el hospital, mantener distancia, siempre en segundo plano, respetando el lugar del gobernador Gallardo, a quien asume como su enemigo, no como su adversario. Se echaron miradas furtivas y otras muy directas, pero guardaron las formas, mientras en el exterior de los eventos los morenistas hacían lo que saben hacer: destruir lo bueno, para que Claudia y Rosa no se enteren de que los verdes tienen más organización. Lo cual, en verdad, no es necesario, porque les ganan todas.
El destape de Rosa Icela como aspirante a gobernar San Luis Potosí no es algo nuevo. De que quiere, quiere. Con 65 años de edad, la exsecretaria de Seguridad buscaría un retiro tranquilo como gobernadora de su estado natal. La voz de arranque se dio en silencio, con símbolos —para mi gusto— muy ruidosos, pero con el cuidado de no hacer enojar a los dueños del Partido Verde, sin cuyos votos en la Cámara de Diputados y el Senado, la presidenta no podría sacar adelante sus reformas.
La reta está hecha. La presidenta ha ido construyendo una buena relación con el gobernador Ricardo Gallardo, pero San Luis Potosí en realidad no le interesa, así que dejará que el mundo ruede y que midan fuerzas Rosa y Ricardo en 2027. El reto no es menor: San Luis Potosí se ha resistido a caer en brazos de Morena, así que veremos si los potosinos, que siempre marcan diferencia en las elecciones, esta vez caen en los tentáculos de los guindas.
P.D. 1.– Alguien tiene que parar al alcalde de Rioverde, Arnulfo Urbiola, antes de que se le pase la mano con sus agresiones a los opositores y los mande a otra vida. Sus acciones han crecido sin que nadie le marque un alto. Quienes lo conocen aseguran que no se quedará tranquilo hasta que los “desviva”. Que Dios reparta suerte.
P.D. 2.– Por segunda ocasión consecutiva, los morenistas dejaron fuera del “corral de honor” al diputado federal Juan Carlos Valladares durante la visita de la presidenta Claudia Sheinbaum. Valladares es la carta fuerte del Verde para la alcaldía de la capital, y en un descuido, para gobernador. Valladares, hábil como es, se deja querer porque sabe que, donde se pare, irradia buena vibra y popularidad, clase y educación, cosa de la que los morenistas carecen.
P.D. 3.– Cuentan paisanos que, aprovechando la campaña antiinmigrante del presidente de EUA, Donald Trump, en el paso por la frontera los revisan más feo los agentes del INM de México que los del ICE. Nunca se compusieron esos señores del INM.
P.D. 4.– La Dirección de Protección Civil del Estado se sordea ante el inminente peligro que representa el edificio Puga, ubicado en avenida Carranza, en la capital potosina. Lo peor, lo realmente grave, es que sigan operando ahí las oficinas del ISSSTE, a cargo de Marcelina Oviedo, exponiendo a pensionados, trabajadores y proveedores. ¿Acaso no habrá un lugar más digno donde atender al tan llevado y traído pueblo?
Hasta la próxima.