Las freidoras de aire, conocidas como air fryer, se han convertido en uno de los electrodomésticos más vendidos en los últimos años gracias a su promesa de “freír sin aceite”. Su popularidad crece entre quienes buscan opciones prácticas y más saludables en la cocina, aunque especialistas advierten que su impacto en la salud depende del uso que se les dé.
Estos aparatos funcionan al hacer circular aire caliente a gran velocidad, lo que genera una textura crujiente similar a la fritura tradicional, pero utilizando muy poco o nada de aceite. En la práctica, se asemejan a un horno de convección, pero más rápido y eficiente.
De acuerdo con la Academia Española de Nutrición y Dietética, cocinar con freidora de aire permite reducir entre un 25% y un 90% la cantidad de aceite en las preparaciones, lo que se traduce en hasta 85% menos calorías en comparación con la fritura convencional. El principal beneficio es el menor consumo de grasas saturadas y calorías, lo que favorece la salud cardiovascular y el mantenimiento de un peso saludable.
Otro aspecto positivo es que, al controlar mejor la temperatura y acelerar la cocción, se preservan vitaminas sensibles al calor, como la vitamina C y algunas del grupo B, además de reducir la formación de acrilamida, un compuesto asociado a riesgos de salud que aparece al cocinar almidones a altas temperaturas.
No obstante, los expertos subrayan que no todo lo que se cocina en una air fryer es automáticamente saludable: si se usan ultraprocesados, embutidos o alimentos con exceso de sal, estos seguirán teniendo un perfil nutricional poco favorable, independientemente del método de cocción.
Lass freidoras de aire son una herramienta útil para reducir grasas y calorías en las preparaciones, pero su beneficio real depende de los ingredientes que se utilicen y de un manejo adecuado del aparato. Cocinar vegetales, pescados o carnes magras potencia sus ventajas, mientras que llenar la canasta de ultraprocesados solo replicará malos hábitos, aunque con menos aceite.