Los tacones altos han sido durante mucho tiempo un símbolo de elegancia y poder en el mundo de la moda, pero un creciente número de expertos en salud advierte sobre los riesgos que su uso frecuente conlleva para el cuerpo humano. Desde deformidades en los pies hasta dolores crónicos de espalda, este calzado elevado podría estar cobrando un alto precio en la salud de quienes lo usan regularmente.
El principal problema, según los especialistas, radica en cómo los tacones alteran la biomecánica natural del cuerpo. Al elevar el talón, el peso se desplaza hacia la parte delantera del pie, aumentando la presión y el riesgo de lesiones. «Esta presión puede causar dolor crónico, metatarsalgia y la aparición de dolorosas callosidades», explica un podólogo.
Pero los daños no se limitan solo a los pies. La inestabilidad y la postura antinatural que provoca el calzado de tacón obligan al cuerpo a arquear la espalda baja para mantener el equilibrio. Esta hiperlordosis genera una tensión considerable en los músculos lumbares, que con el tiempo puede derivar en dolor persistente y problemas de columna. «Es un efecto dominó que afecta desde los pies hasta el cuello», señala el experto.
El uso continuado de tacones, especialmente aquellos con punta estrecha, también está vinculado a deformidades permanentes. Los juanetes, protuberancias óseas en la base del dedo gordo, son una de las afecciones más comunes. Asimismo, el acortamiento del tendón de Aquiles y los músculos de la pantorrilla, un problema conocido entre los usuarios habituales, puede dificultar incluso el uso de zapatos planos y aumentar el riesgo de tendinitis.
Además de los problemas estructurales, la falta de estabilidad inherente a los tacones aumenta drásticamente el riesgo de caídas y esguinces de tobillo, lesiones que pueden dejar secuelas a largo plazo.