La lucha libre mexicana no es solo un deporte, sino un espectáculo cultural que ha marcado la identidad del país a lo largo de décadas. Cada 21 de septiembre se conmemora el Día Nacional de la Lucha Libre y del Luchador Profesional Mexicano, fecha que rinde homenaje a los gladiadores que han dado vida a esta disciplina y a las miles de historias que nacen en los cuadriláteros.
Esta fecha fue aprobada en 2016 por el Senado, con el objetivo de reconocer el legado de los luchadores profesionales y el impacto de la lucha libre en la sociedad mexicana. No es casualidad que se eligiera el 21 de septiembre: en 1933 abrió sus puertas la Arena México (en aquel entonces Arena Modelo), dando inicio a la Empresa Mexicana de Lucha Libre (EMLL), hoy conocida como el Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL), piedra angular del pancracio nacional.
La decisión parlamentaria no solo buscó establecer un día de homenaje, sino también reconocer a los luchadores como figuras que representan esfuerzo, identidad y un escape a las emociones de los aficionados en medio de los problemas sociales y económicos del país. Así como en el pasado nombres legendarios como El Santo y Blue Demon construyeron el mito de la lucha libre en México, hoy las nuevas generaciones tienen a sus propios referentes que mantienen vivo el espectáculo y lo transmiten a los fanáticos jóvenes.
La lucha libre tiene ese poder mágico de enamorar a los fans generación tras generación. Hoy, los niños vibran con los movimientos espectaculares de Penta 0M o Místico, de la misma forma en que sus padres y abuelos lo hicieron con El Santo y Blue Demon. El Día Nacional de la Lucha Libre no solo es un homenaje a los gladiadores del ring, sino también un recordatorio de que este deporte-espectáculo sigue siendo parte fundamental de la cultura mexicana, y que sus ídolos continúan renovándose para mantener viva la tradición.