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Columna I Guillermo Abascal y su San Luis sin rumbo

Por Hares Barragán

Atlético San Luis logró su primer triunfo en casa, un resultado que en apariencia podría generar alegría, pero que en realidad deja muchas más dudas que certezas. El equipo dirigido por Guillermo Abascal sigue demostrando ser un conjunto sin idea de juego, con más trabas que aciertos, incapaz de consolidar un once titular, y con un estilo que provoca frustración tanto en la cancha como en la grada. La afición no dudó en manifestar su descontento y, en más de una ocasión, abucheó al técnico, reflejando la tensión que existe entre su dirección y el plantel.

Durante la semana, Abascal decidió hacer pública su decisión de mandar a la banca a Rodrigo Dourado, el contención que ha cargado con el equipo en múltiples ocasiones y torneos. Su declaración fue recibida como un acto de soberbia: “lo seguirán viendo en la banca”, aseguró, como si tuviera material de sobra para darse ese lujo y como si ignorara que Dourado es, para muchos, la columna vertebral del equipo. Mientras tanto, jugadores y aficionados observan cómo se desperdician talentos y se privilegian decisiones que parecen más personales que estratégicas.

La ineptitud del técnico es evidente. No solo por su incapacidad para estructurar un sistema de juego sólido, sino porque es cada vez más obvio que no tiene el respaldo del plantel. Si Atlético San Luis logra siquiera pasar al Play-In, sería más producto de milagro que de mérito futbolístico. Este equipo está, hoy por hoy, para pelearle al Atlas y de ahí hacia abajo en la tabla. Una lástima, porque el club cuenta con jugadores talentosos y con prospectos juveniles prometedores, quienes se ven opacados por la conducción errática de un entrenador que parece improvisar más que planear.

El resultado de este primer triunfo en casa no puede ser celebrado sin reservas. El equipo aún muestra problemas graves en la creación de juego, falta de coordinación entre líneas y una dependencia excesiva de los pocos jugadores que intentan hacer la diferencia. La falta de un plan claro en el medio campo y la incapacidad de mantener un esquema coherente hacen que cualquier triunfo luzca frágil y momentáneo.

Además, la relación entre Abascal y el equipo parece deteriorarse por momentos. La falta de comunicación, decisiones unilaterales y la priorización de su ego sobre la lógica futbolística generan un ambiente tenso. La afición percibe esta desconexión y no duda en expresar su molestia; los abucheos y silbidos son una muestra de que la paciencia se agota y que la credibilidad del técnico está en entredicho.

El calendario no mejora la situación. Ahora vienen Pumas primero y Necaxa después. La pregunta que muchos se hacen es cuántos puntos logrará rescatar un equipo que parece más perdido que antes, un equipo que depende de milagros individuales más que de un funcionamiento colectivo. Lo único que genera un mínimo respiro es ver a Joao Pedro celebrar un gol con su afición, aunque incluso esto tiene un efecto secundario, sigue alejado de la tabla de goleo y, al final, sirve solo como consuelo temporal.

Si algo queda claro después de este primer triunfo en casa es que Abascal tiene los días contados. Su incapacidad para generar confianza, su frialdad al tomar decisiones clave y su evidente desconexión con el grupo lo colocan en la cuerda floja. El equipo necesita liderazgo, estrategia y claridad, y lo que tiene ahora es un entrenador que parece improvisar y priorizar su ego sobre la efectividad.

Ay, Abascal, Abascal… ojalá pronto abandones este barco y, de paso, te lleves a tu consentido Yan Phillipe contigo. Porque mientras tú sigas al mando, Atlético San Luis seguirá siendo un conjunto que podría ganar un partido, pero que no inspira confianza, no genera seguridad y, sobre todo, no hace soñar a su afición con algo más que la incertidumbre.