La lucha por cultivar maíz en el Altiplano Potosino siempre ha sido heroica. Los agricultores de esta tierra enfrentan una batalla continua contra la naturaleza, lidiando cada ciclo con la sequía y el riesgo de las heladas que llegan sin previo aviso.
Ahora, sin embargo, el peor enemigo no es el clima, sino la competencia económica traída por las importaciones masivas de maíz transgénico. El campo local está siendo golpeado por la llegada de grandes volúmenes desde el extranjero, que entran al país a precios sumamente bajos. Este grano, que satura el mercado para alimentar al ganado y a las fábricas, atenta contra el precio de todo el maíz en México, volviendo la actividad insostenible para el productor local.
Las condiciones climáticas del Altiplano Potosino ya son un desafío, con las sequías y heladas. El alto costo de los insumos y los bajos precios del maíz importado agravan la situación económica, lo que puede llevar a algunos agricultores a reducir la siembra de este grano. Los costos de producir maíz en esta región, incluyendo agua, abonos y diésel, son demasiado altos para que la venta final deje una ganancia justa.
Es una pelea desigual, pues mientras el agricultor local hace el esfuerzo por sacar adelante la cosecha, pasando largos periodos bajo el sol quemante de la región, el precio se establece con base en el grano extranjero, que no requiere la misma cantidad de inversión ni esfuerzo humano.
Esta crisis está obligando a pensar de manera urgente en medidas para sacar adelante la siembra o, bien, cambiar sus cultivos por otras opciones, lo que, a la larga, podría derivar en una invasión y consumo “obligado” de maíz transgénico en el Altiplano, eliminando así una tradición que sustenta a muchas familias.






