Japón mantiene su reputación como símbolo mundial de disciplina y puntualidad. En un reciente episodio que dio la vuelta al mundo, un conductor de tren japonés ofreció disculpas oficiales a un pasajero porque su tren llegó con un retraso de solo 35 segundos. El gesto, ampliamente compartido en redes y medios, generó admiración por el compromiso y sentido de responsabilidad del personal ferroviario.
Este pequeño acto refleja una profunda característica de la cultura laboral japonesa: el respeto por el tiempo ajeno y la búsqueda constante de precisión. En Japón, llegar tarde no se mide en minutos, sino en segundos. Incluso se recuerda otro caso en que una empresa ferroviaria pidió disculpas porque un tren partió 25 segundos antes de lo previsto.
Más que una simple anécdota, estos hechos muestran cómo la puntualidad en Japón no es solo una cuestión de eficiencia, sino también de ética y consideración hacia los demás.
 
					 
				





