Enrique Niembro, empresario y heredero de una familia acomodada, estaba comprometido con Verónica Castro, la estrella más querida de la televisión mexicana en ese momento. Todo apuntaba a que sería la boda del año: la reina de las telenovelas unida a un joven de buena posición.
Sin embargo, detrás del romance había un obstáculo que nadie imaginaba: la presión familiar. Los Niembro no aprobaban la relación y, según versiones de la época, amenazaron con desheredar a Enrique si se casaba con la actriz. “No quiero ser desheredado”, habría confesado él, dejando a Verónica en medio de un drama que parecía escrito por Televisa.
La actriz confesó que aquel momento fue uno de los más difíciles de su vida personal. “Fue triste que no usara el vestido de novia”, declaró años después, recordando que ya tenía todo listo para el gran día.
La prensa bautizó el episodio como un caso de “mamitis nivel experto”, pues Niembro prefirió obedecer a su madre y preservar la herencia antes que dar el “sí” en el altar. Para Verónica, el golpe fue doble: no solo perdió a su prometido, sino que quedó expuesta públicamente en un escándalo que alimentó titulares y columnas de espectáculos durante meses.
En entrevistas posteriores, la propia Castro reconoció que el episodio la marcó profundamente: “Me quedé con las ganas de casarme, era mi sueño, pero no se pudo”, dijo con nostalgia. El episodio reforzó la imagen de Castro como una mujer fuerte que, pese a las decepciones amorosas, siguió construyendo una carrera brillante en televisión, cine y música.
