El adiós de Joaquín Sabina no solo marca el final de una trayectoria artística, sino también la despedida de una de las voces más influyentes e íntimas de la música en español. A sus más de cinco décadas de carrera, el cantautor decidió bajar el telón definitivamente en el Movistar Arena de Madrid, donde ofreció el último concierto de su gira “Hola y adiós”, un cierre que quedará grabado como uno de los momentos más emotivos de la música contemporánea.
Desde horas antes del inicio, Madrid respiraba una atmósfera distinta. Las inmediaciones del recinto reunieron a miles de seguidores que, conscientes de la importancia histórica de la noche, llegaron cargados de nostalgia, gratitud y la certeza de estar viviendo un capítulo irrepetible. Una vez dentro, las luces se atenuaron para dar paso a un concierto que se sintió más como una despedida íntima que como un espectáculo masivo.
Sabina, con la serenidad de quien se sabe eterno en sus letras, se entregó al público una última vez. Y aunque su voz se despedirá de los escenarios, su legado seguirá vivo allí donde sus canciones continúen encontrando refugio: en los recuerdos, en los bares, en las calles y en las vidas de quienes crecieron acompañados por su poesía.