Tiempo de hablarTitulares

Tiempo de Hablar I Navidad sin paisanos, sin comercio y sin autoridad

Los comerciantes de Matehuala se la están viendo duras, no solo por las bajas ventas, sino también por las limitantes que está imponiendo el alcalde Raúl Ortega. En una de las temporadas más importantes del año para la economía local, el panorama es desolador. Lejos de generar condiciones para incentivar el consumo y apoyar a quienes viven del comercio, las decisiones del Ayuntamiento parecen enfocadas en restringir, cobrar y desplazar, sin medir las consecuencias sociales y económicas.

La situación de los comerciantes de Expo Moroleón refleja con claridad esta problemática. Se colocaron donde mismo, en el Parque del Pueblo, frente a la escuela Club de Leones, pero no dentro de un espacio digno y ordenado, sino prácticamente a la calle. La falta de visibilidad, el bajo flujo de personas y la ausencia de infraestructura adecuada han convertido su estancia en una lucha diaria por vender lo mínimo indispensable. Muchos de ellos invirtieron con la esperanza de recuperar algo en diciembre y hoy apenas sobreviven.

Los vendedores de juguetes, quienes tradicionalmente encuentran en estas fechas su principal fuente de ingresos del año, también han sido afectados. Denuncian que no se les permitió instalarse en los puntos habituales donde la ciudadanía ya sabía encontrarlos. El cambio de lugares, sin previo aviso ni alternativas viables, redujo drásticamente sus ventas. Para muchos, este diciembre representa pérdidas que difícilmente podrán recuperarse en los próximos meses.

Incluso los boleadores, símbolo del centro histórico y parte de la vida cotidiana de Matehuala, han sido objeto de amenazas. Algunos aseguran que se les advirtió que podrían ser retirados de los alrededores de la Catedral. Son trabajadores que dependen del día a día, que no cuentan con prestaciones ni respaldo alguno, y que ahora viven con la incertidumbre de perder el poco espacio que les permite ganarse la vida de manera honesta.

A este escenario se suma la casi nula llegada de paisanos. Las calles lucen vacías, los negocios sin clientes y el ánimo general por los suelos. La falta de visitantes impacta directamente en restaurantes, tiendas, mercados y servicios. Matehuala se percibe apagado, sin movimiento, sin ese ambiente festivo que caracterizaba a estas fechas y que representaba un alivio económico para muchas familias.

Consulta nuestra edición impresa: https://cutt.ly/Etp1JcVi

Como si la crisis no fuera suficiente, los comerciantes señalan altos cobros de piso que resultan imposibles de cubrir ante la baja afluencia de clientes. Lejos de flexibilizar o apoyar, la administración municipal mantiene tarifas que ahogan aún más al pequeño comercio. La sensación general es que se recauda sin sensibilidad y se gobierna sin escuchar.

El retraso y la pobreza de los adornos navideños terminan de completar el cuadro. Fueron colocados a mitad de mes, sin planeación ni atractivo visual. No invitan a recorrer el centro ni generan identidad o orgullo. La falta de iluminación y decoración adecuada refuerza la percepción de abandono y desaliento que se vive en la ciudad.

A este panorama se suma un factor que agrava aún más la crisis: la violencia está a todo lo que da. El centro de Matehuala se ha convertido en un terreno fértil para rateros que actúan con total tranquilidad y, peor aún, con una sensación de impunidad evidente. Comerciantes denuncian robos constantes, sujetos que entran a los negocios como cualquier cliente, toman mercancía y se van sin que exista respuesta inmediata de la autoridad.

La inseguridad ya modificó la vida cotidiana de la población. La gente evita salir por las noches, las calles se vacían temprano y los comercios cierran antes de lo habitual por temor a ser víctimas de algún delito. Lo que antes era un centro vivo y transitado, hoy se percibe como un espacio inseguro, donde reina el miedo y la desconfianza. Sin vigilancia efectiva ni estrategia clara, la inseguridad terminó por rematar un cierre de año que para Matehuala ya es, por donde se le vea, profundamente desalentador.

Matehuala enfrenta así un cierre de año triste y complicado. Comerciantes cansados, calles vacías, ventas por los suelos y un gobierno municipal que parece distante de la realidad de su gente. Diciembre, que debería ser esperanza y oportunidad, se convirtió en un reflejo de la crisis económica y de decisiones que hoy pesan, y mucho, sobre la vida diaria del municipio.