El Evangelio según San Lucas nos narra que hace muchos, muchos años, Dios mandó al arcángel Gabriel a visitar a María, dulce doncella, para darle un mensaje: ‘Vas a tener un hijo y se llamará Jesús. Será llamado Hijo del Altísimo y reinará para siempre’.
Desconcertada, María respondió: cómo, si no he estado con ningún hombre. Y el arcángel le dijo que aquel niño era el hijo de Dios.
José, prometido de María no creyó la historia del bebé que llevaba dentro. Pero, el ángel se le apareció en sueños y le contó lo sucedido, por ello decidió estar con María.
Era 24 de diciembre, María y José iban camino de Belén por órdenes del emperador romano César Augusto.
A su llegada a Belén, Maria y José buscaron un lugar para alojarse, pero no lo encontraron. Una buena persona les prestó su establo para que pasaran la noche, no imaginaban que era el momento del nacimiento del niño Jesús, su madre lo colocó sobre un pesebre, donde se ponía la comida de los animales. En la noche, en el cielo nació una estrella que iluminaba más que las demás y se colocó encima del lugar donde estaba el niño.
