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[VIDEO] Tiempo de Cine: Bugonia

Por Hares Barragán

“Bugonia” arranca con una idea tan absurda como fascinante, dos jóvenes convencidos de que la presidenta de una poderosa compañía no es humana, sino una extraterrestre infiltrada que planea destruir el planeta. A partir de esa conspiración delirante, el director Yorgos Lanthimos construye un relato que combina sátira, humor negro, ciencia ficción y un drama psicológico que se retuerce sobre sí mismo. El director vuelve a crear un mundo donde lo grotesco convive con lo cotidiano, donde lo extraño se normaliza y donde la paranoia se vuelve casi un lenguaje. El resultado, como suele ocurrir con Lanthimos, divide, provoca, irrita, fascina, a veces todo al mismo tiempo.

Emma Stone ofrece otra interpretación memorable. Su CEO secuestrada es una figura de hielo, un enigma que jamás pierde la compostura incluso en situaciones extremas. Su frialdad calculada sostiene buena parte de la trama y genera una tensión constante, no sabemos si está mintiendo, si es víctima o si hay algo más debajo de su mirada. Jesse Plemons, por su parte, se luce como uno de los conspiranoicos más complejos que hemos visto en pantalla. Su obsesión, su miedo y su convicción absoluta de estar salvando al mundo lo convierten en un personaje inquietante, capaz de generar empatía y repulsión simultáneamente. Su química con Stone es tan incómoda como magnética.

Visualmente, la película es todo un manifiesto. La fotografía apuesta por planos que descolocan y atmósferas que parecen vibrar con una energía anormal. Nada es casual, cada gesto, cada espacio, cada silencio está cargado de un simbolismo que refuerza la sensación de que estamos viendo una realidad alterna. El diseño visual construye una estética deliberadamente extraña, incluso agresiva, que envuelve al espectador en una paranoia compartida con los personajes. Ese es uno de los grandes triunfos de la cinta, logra que entremos al juego de la sospecha, de la duda, de la locura.

Sin embargo, más allá de su forma, “Bugonia” destaca por lo que quiere decir. La película es una sátira afilada sobre la paranoia contemporánea, sobre el auge de los teóricos de conspiración y sobre la desconfianza hacia el poder en todas sus formas. Lanthimos critica con ironía y brutalidad el capitalismo moderno, la idolatría corporativa, la manipulación mediática y la fragilidad emocional de una sociedad acostumbrada a desconfiar de todo. Es una obra profundamente política, un espejo incómodo donde se reflejan nuestras propias creencias, miedos exagerados y obsesiones colectivas.

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Pero la película no es perfecta. Uno de sus principales tropiezos está en el ritmo, en varios momentos, la historia se estanca, avanzando con una lentitud que no suma tensión, sino que debilita el impulso narrativo. La mezcla de géneros, uno de los sellos característicos del director, por momentos juega en su contra, la combinación entre sátira, drama y thriller se siente dispareja, como si la película buscara demasiadas cosas al mismo tiempo sin decidirse por una.

Y lo más polémico, el final. Ese desenlace, que debería ser el golpe maestro, termina siendo lo contrario. La trama se vuelve predecible justo cuando debería sorprender; el clímax se resuelve con una tibieza que desentona con todo lo que la película venía construyendo. Es el tipo de final “muy Lanthimos”, sí, pero también uno que deja la sensación de que esta historia tenía el potencial de tomar un rumbo más audaz y menos complaciente con los lugares comunes del propio director.

Aun con sus fallas, “Bugonia” es una experiencia que no deja indiferente. Fascina a quienes disfrutan del cine provocador, incómodo y arriesgado, especialmente a los seguidores de directores que se atreven a desafiar las reglas del lenguaje cinematográfico. Sus actuaciones, su atmósfera y su crítica mordaz convierten a la película en una obra valiosa dentro de la filmografía de Lanthimos. Pero también es cierto que su tono peculiar, su ritmo irregular y su final predecible pueden alejar a los espectadores que buscan una narrativa más emocional, directa o coherente.

Al final, “Bugonia” es una pieza que invita a discutir y a reflexionar, ya sea para aplaudirla o para cuestionarla. Y en un panorama donde muchas películas se consumen y olvidan en cuestión de días, ese simple hecho ya la convierte en una obra digna de atención. Lanthimos, incluso cuando tropieza, sigue siendo un cineasta capaz de generar ruido, incomodidad y conversación. Y eso, hoy, vale oro.