Una vez más, la directiva del Atlético de San Luis quedó exhibida por su inoperancia, por sus malas decisiones y por su incapacidad para tomar determinaciones coherentes con las exigencias deportivas de la Liga MX. La gestión vuelve a demostrar que el proyecto carece de rumbo, planeación y autocrítica, mientras la afición, la única constante, paga con frustración y vergüenza.
Guillermo Abascal se despide de la afición dejando un solo triunfo en casa. Peor aún, sufrió dos remontadas consecutivas en su propio estadio ante Necaxa y Juárez, rivales que, en términos generales, no tenían planteles superiores. Pero cuando tu equipo está dirigido por un pseudoentrenador, la cancha te desnuda. Durante el torneo, Abascal no mostró absolutamente nada, ni un sistema definido, ni un equipo unido, ni personalidad, ni siquiera una idea básica de cómo competir dignamente al máximo nivel.
La ruptura fue evidente no solo en lo táctico, sino en lo emocional. El colmo fue verlo encarando a la afición, gritándoles y poniéndose al tú por tú, como si no fuera obligación del aficionado exigir resultados cuando paga un boleto y mantiene vivo un club. Y mientras cobra una quincena nada barata, el técnico respondió con soberbia, no con trabajo. Para rematar, en conferencia culpó a Rodrigo Dourado por la derrota. Inútil. Un descaro que evidencia que su vestidor está harto de él.
Sin embargo, Abascal no es el único culpable. El plantel está plagado de incógnitas. Phillipe y Klimowicz han cobrado meses sin justificar su presencia. Y alguien debería explicarle a Yan que es futbolista profesional, porque no puede conectar ni un pase correcto. A ello se suma Galdames, el titular más intermitente del equipo, quien se atrevió en el último partido a reclamar e incluso empujar a Andrés Sánchez, (quien, junto con Joao Pedro, fue de lo mejor del torneo), cuando su marca mediocre provocó el segundo gol de Juárez. Vergonzoso lo de Galdames, mejor que siga grabando Tiktoks.
El libreto es el mismo cada semestre. El siguiente torneo, Iñigo Regueiro dejará ir piezas importantes y traerá jugadores de Expansión, para luego salir a declarar que “equipo completo”. Y no sorprendería que en su inoperancia mantenga otro torneo más a Abascal al frente, porque aquí nadie rinde cuentas. La mediocridad se volvió costumbre, plantilla y bandera.
Y mientras tanto, ¿Jacobo Payán? No lo molesten. Sigue concentrado en sus restaurantes. El club parece subordinado a prioridades gastronómicas, no deportivas. La afición está cansada de proyectos a medias, de promesas vacías y de ciclos que nunca llegan a ningún lado. Salvo Dourado, Macías, Joao Pedro, Sanabria y Andrés Sánchez, “que se larguen todos, que no quede ni uno solo”. Si no hay revolución interna, jamás habrá evolución en la cancha. El Atlético de San Luis necesita liderazgo, visión y valentía. Hoy no tiene ninguna de las tres.



