A menos de un mes para que arranque el nuevo torneo, el Atlético de San Luis vuelve a tropezar con la misma piedra: llega sin plantel completo, sin claridad táctica, y con más dudas que certezas. Este año, la apuesta en la delantera recae en Joao Pedro, un centro delantero brasileño de 33 años, cuyos números son, siendo honestos, bastante pobres: seis goles en 35 partidos en su última competencia. El nombre puede sonar a “refuerzo internacional”, pero la realidad es que la fórmula de “viene de Europa” ya no vende como antes (Bonatini, Bolí, Merino).
La afición ya no se deja impresionar con pasaportes ni con pasados lejanos. Se necesita presente, goles y, sobre todo, resultados. Iñigo Regueiro podrá tener buenos contactos para traer entrenadores, pero si hay un punto flaco en su historial, es el de los delanteros. Nunca, nunca, nunca le ha atinado. Y eso pesa. Porque sin un referente ofensivo sólido, cualquier plan táctico se tambalea. A ver si esta vez el experimento no explota antes de llegar a la jornada cinco.
Y si de malas señales hablamos, el primer amistoso del Atlético de San Luis encendió las alarmas: derrota por la mínima ante Tijuana, en un partido que dejó más dudas que certezas. El torneo arranca en unas semanas y los rivales no van a esperarlos para que encuentren el ritmo. Eso sí, en su segundo ensayo, ante Correcaminos, golearon 7-1, pero seamos honestos: ese marcador dice más del rival que del equipo. Golear a un equipo de expansión no borra los errores de fondo ni garantiza competitividad en el torneo.
Pero no todo es desánimo. Hay un punto alto, y es el nuevo uniforme. El rojiblanco mantiene la tradición, sin grandes sorpresas, pero el segundo uniforme, el auriazul, es una auténtica maravilla. Un homenaje a aquella época gloriosa del San Luis de mediados de los 2000, ese equipo que enamoró a muchos con su entrega y estilo. Es imposible no sentir nostalgia. Lástima que la emoción estética se vea empañada por algo que ya es costumbre en el fútbol mexicano: la saturación de patrocinios. Parecemos la Sección Amarilla con piernas. Uno entiende que hay que financiar al equipo, pero no hay equilibrio. Y por si fuera poco, el precio: $1,500 pesos por una camiseta. Así, apoyar al equipo también se vuelve un lujo.
Y mientras en la rama varonil se debaten entre viejas fórmulas, en el Atlético de San Luis Femenil se impone la rotación anual como si fuera ley no escrita. Adriana Águila, directora deportiva, volvió a hacer lo que hace cada año: desarmar medio equipo y traer una ola de refuerzos. Esta vez llegaron nombres como Miriam Aguirre, Mía Flores, Rebeca Contreras, Kimberlin Galicia, Aurora Suárez, Karla García, Alejandra Martínez, Aidinn López Muñiz, Izabelle Hernández y Emily Jaimes. El problema no es reforzar. El problema es que no hay continuidad, no hay proyecto consolidado, y cada torneo parece empezar desde cero.
Tanto es así, que hasta el propio entrenador, Ignacio Quintana, lo externó públicamente. En rueda de prensa, fue claro al decir que no estaba conforme con que se desarmara el equipo, especialmente después de haber tenido el mejor torneo en la historia del club. Cuando el propio cuerpo técnico duda de las decisiones de la directiva, es momento de cuestionarse seriamente: ¿qué esperan para hacer un cambio?
Adriana Águila ha tenido demasiadas oportunidades, y los resultados no justifican su permanencia. ¿Hasta cuándo seguirá tomando decisiones que, en lugar de fortalecer, debilitan al equipo?
El panorama para ambos equipos es el mismo de siempre: expectativa moderada, esperanza contenida, y un déjà vu constante. Porque el problema no es la falta de recursos o de afición. Es la insistencia en repetir fórmulas que ya demostraron no funcionar. Y aunque la ilusión renace con cada torneo, es cada vez más difícil sostenerla.
Veremos si esta temporada, contra todo pronóstico, llega la tan anhelada liguilla. O si, nos quedamos con la camiseta bonita… y las manos vacías.