La discriminación es aquella conducta de prejuicio que niega o limita la igualdad de una persona, grupo social o institución. Sufrir discriminación es uno de los daños más frecuentes que podemos sufrir como seres humanos sin ser responsables de ello y suele ocurrir en todas las sociedades.
El comportamiento discriminatorio puede surgir por diferentes motivos como son la raza, el sexo, el género, las ideas, el lugar de procedencia, el aspecto físico, la identidad sexual, la orientación sexual, las personas con discapacidad o enfermedades psiquiátricas, los mayores, los niños, etc.
La discriminación parte del supuesto de que algo es mejor que otra cosa, son ideas, comportamientos que llevamos perpetuando los seres humanos desde hace siglos y son los responsables de guerras, crímenes y se ejercen como la mayor forma de control. Una de las consecuencias más centrales y que a nivel psicológico y emocional suelen emerger son los sentimientos de culpa y vergüenza. La persona víctima de estos hechos discriminatorios, en muchas ocasiones, tiende a culparse y sentir vergüenza por el abuso, violencia o discriminación padecida hasta que se pueda producir un reajuste psicológico de la situación sufrida. La discriminación puede afectar a áreas vitales de la persona como son la dificultad para conseguir empleo, abandono escolar, exclusión social, desembocando posteriormente todo esto en mayores consecuencias a nivel psicológico con síntomas de ansiedad, tristeza, a mayor grado, depresión y sobre todo sentimientos de soledad. Como vemos, la discriminación siempre tiene consecuencias psicológicas sobre la persona/víctima.
La discriminación ya sea individual, en el trabajo, en grupo… nos deja en una situación de suma vulnerabilidad pudiendo ocasionar graves daños en nuestro autoconcepto.
Una de las áreas a nivel individual a las que afecta de manera profunda es a la autoestima de la persona. Ya sea un motivo racial, de género, por el aspecto físico… La autoestima se puede ver mermada por este tipo de insultos, comentarios, generando mucha inseguridad en las relaciones con los otros, llegando incluso a producir aislamiento social. Y si se produce de forma muy continuada puede llevarnos incluso al trauma.
Sufrir discriminación también puede limitar la calidad de vida de la persona. Como ya hemos mencionado anteriormente en áreas como el empleo, entablar relaciones de amistad o pareja, crear nuevos vínculos.
Las consecuencias por discriminación también pueden ser heredadas de generación en generación, lo que llamamos herencia transgeneracional. Si nuestros padres han sufrido discriminación o han sido avergonzados por alguna de sus características puede que proyecten en nosotros esa inseguridad, tratando de protegernos de esas mismas situaciones y desde ahí exigirnos que cuidemos esos aspectos.
El apoyo psicológico es uno de los recursos a los que acudir cuando nos sentimos desbordados emocionalmente debido a la situación que estamos padeciendo. Contar con un acompañamiento y apoyo seguro, un espacio de cuidado y sin juicio donde poder expresarnos es de gran ayuda. Incluso si la discriminación no es actual y ha dejado secuelas como, por
ejemplo, un trauma, la terapia puede ser una herramienta muy beneficiosa para deshacernos de todo ese pasado tan doloroso y que tanto nos limita.