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¿Cómo educar con firmeza, amor y empatía en el siglo XXI?

Hace algunos años el método de crianza paso de generación en generación sin cuestionamientos ni modificaciones, creando padres estrictos y poco empáticos, pero en la época de los 60´s surgieron algunas voces que cuestionaban dicho método y casi sin darnos cuenta hubo un cambio radical en este sistema, pasando a un método de crianza totalmente permisivo, el cual tampoco es el que más beneficia a nuestros hijos.

Sin embargo, hoy en día podemos rescatar aspectos importantes que nos ayudarán a desarrollar una crianza respetuosa, firme y llena de amor y empatía.

La teoría del apego destaca la importancia del vínculo seguro con los cuidadores primarios, quienes se convierten en una base segura para que los chicos salgan al mundo y a la vez en puerto seguro a donde puedan volver a refugiarse y a pedir ayuda cuando la vida se pone difícil, el saberse queridos incondicionalmente, y también comprendidos por sus padres, y saber que cuentan con ellos cuando los necesitan fortalece a los chicos y a su autoestima.

Los enormes avances en neurociencias que nos permitieron entender mejor a nuestros hijos y a nosotros mismos, y encontrar caminos más eficaces en la crianza, especialmente para que podamos educar a través del amor y la confianza mutua, en lugar del miedo al adulto o a perder su amor.

Así los adultos aprendemos a responder desde nuestro cerebro integrado y además nos convertimos en modelo de esa forma de actuar para nuestros hijos, en lugar de reaccionar impulsivamente desde nuestro cerebro primitivo.

La inteligencia emocional nos enseñó que no podemos regular las emociones, ¡y los chicos tampoco!, por lo que nuestra tarea es comprender primero lo que ellos sienten, piensan, desean, sin enojarnos, regulamos sus palabras y acciones, hoy podemos acompañar a nuestros hijos siendo a la vez firmes, protectores sin ser rígidos ni autoritaritas, y empáticos, sin ser permisivos.

Contra todo esto atenta el hecho que no educamos como queremos sino como podemos, a menudo repetimos nuestros patrones de crianza automáticamente o, hacemos exactamente lo contrario (lo que tampoco es una buena solución), hay temas de nuestra crianza que sería bueno cambiar (falta de respeto, culpabilizaciones, amenazas, burlas, desautorizaciones, clima de miedo) pero otros tienen que permanecer.

¡Y qué importante es volver a incorporar el juego en nuestras rutinas y en la vida diaria de nuestros chicos! Tanto favorecerlo como tener nosotros una actitud más “juguetona” siempre que sea posible, es tan amplia y atractiva la oferta de pantallas y tecnología que podemos olvidar lo indispensable que es el juego para el buen desarrollo de nuestros chicos y lo que nos ayuda a conectar y disfrutar con ellos al mismo tiempo.

Estefanía López Paulín

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