Steve Jobs fue insultado mientras daba una conferencia, al escucharlo, paró su discurso y dejó que se produjera un silencio nada inocente, con el buscó obtener un determinado efecto y sobre eso hablaremos a continuación.
La regla del silencio incómodo es una herramienta de inteligencia emocional que utilizan personas como Jeff Bezos, creador de Amazon, o Tim Cook, director ejecutivo de Apple, quien la propuso de manera explícita fue el consultor Justin Bariso, autor del libro “EQ Aplicado, guía para la inteligencia emocional en el mundo real”.
Lo cierto es que quienes emplean esta estrategia no se cansan de ponderar sus beneficios. Aseguran que no solo se trata de un arma eficaz para ganar control sobre un auditorio o un grupo de trabajo, sino que permite que las personas sean mucho más asertivas en su comunicación.
Esta herramienta, como su nombre lo dice, consiste en permanecer callados por más tiempo de lo habitual en circunstancias específicas, esto a juicio de sus defensores, captura la atención de los demás, ayuda a expresar mejor las ideas y a ser más claros y concretos.
Pero ¿por qué resulta incómodo? El cerebro de los seres humanos está adaptado para tener una interacción casi automática en el marco de una conversación. Mientras un interlocutor habla, el cerebro del otro ya está preparando una respuesta, además, lo normal es que se abstenga de intervenir hasta que entienda que el otro no haya terminado su intervención. Sin embargo, en los silencios de los que hablamos el locutor que los genera deja su discurso en un punto que no solemos asociar con el fin, sino que más bien es indicativo de que seguirá hablando, pero que el otro tarde en empezar a hablar causa incomodidad y con frecuencia produce inseguridad; “¿Dije algo malo? ¿Qué tanto tiene que pensar para responderme?” De inmediato, surge una expectativa más alta frente a lo que la otra persona va a decir.
Sin embargo, más allá del interés que pueda despertar en el interlocutor, lo verdaderamente valioso de la regla está en que brinda la posibilidad de organizar mejor las ideas en lugar de responder lo primero que pasa por la cabeza, se podría decir que es un antídoto contra la impulsividad en la comunicación.
Junto con lo anterior, los usuarios habituales de la técnica del silencio incomodo nos hablan de ocho beneficios concretos:
1. Favorece la autoconfianza
2. Contribuye a equilibrar las emociones
3. Ayuda a decir lo que realmente quiere uno decir
4. Permite profundizar un poco más en el pensamiento y la palabra
5. Contribuye a ofrecer respuestas más valiosas a los interlocutores
6. Beneficia la coherencia de la comunicación con los valores y principios propios
7. La pausa sirve para ejercitar el pensamiento, en lugar de acudir a automatismos
8. Cuando se silencia quien tiene el turno de hablar, también se silencia el entorno
En circunstancias más cotidianas y habituales, es posible que el hacer pausas tan largas pueda ser tomado como rechazo, desafío o un intento de darse importancia, sin embargo, quienes conocen el tema aseguran que, pese a que se pueda generar un choque, con el tiempo se comprende la actitud y se valora lo que provoca. De igual modo, hay casos en los que debemos de dar una respuesta rápida, pues el asunto no tiene mucha trascendencia, la clave está en saber usar la esta técnica en el momento correcto.