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¿Por qué a todos nos gusta Halloween? ¿Qué dice la psicología?

Independientemente de la edad, llevar un disfraz puede ayudarnos a escapar temporalmente de nuestro sentido del yo, lo que puede resultar psicológicamente aliviador, el anonimato que proporciona el disfraz puede cambiar la forma de comportarse de algunos de nosotros, los disfraces de Halloween, ya sean aterradores, divertidos o sexys, pueden ser una forma divertida de aceptar nuestro morbo y los aspectos tabúes de nuestra vida cotidiana.

Los disfraces de Halloween pueden ser una manera de aprovechar lo que normalmente se considera poco convencional, a nivel psicológico, los disfraces pueden permitirnos conectar con las cosas que nos asustan; la sexualidad, la muerte y el miedo a lo sobrenatural forman parte de nuestra experiencia humana.

Aunque a menudo nos sintamos estigmatizados por nuestros pensamientos asociados a estos temas, es posible que una de las razones por las que amamos Halloween sea que nos permite aceptar lo que nos da miedo.

Los experimentos realizados observando tanto a adultos como a niños han demostrado en repetidas ocasiones que llevar un disfraz puede influir en nuestro comportamiento y en nuestro sentido de identidad, para bien o para mal.

Curiosamente, un experimento descubrió que los niños cuyos disfraces los hacen anónimos son más propensos a robar caramelos que aquellos cuyos rostros pueden ser identificados, esto es común en el comportamiento humano: cuando podemos permanecer sin identificar, es más probable que mostremos un comportamiento antagónico hacia los demás.

A la gente le gusta tener miedo por razones biológicas, el miedo es la respuesta emocional del cuerpo a una amenaza percibida o a una situación peligrosa, cuando tenemos miedo, nuestro cuerpo libera adrenalina y otras hormonas para que podamos hacer frente a la situación luchando o huyendo de ella.

Al ver películas de terror, jugar a juegos de miedo, dar paseos fantasmales o atravesar casas encantadas, podemos experimentar esta respuesta de lucha o huida mientras apreciamos que no estamos en peligro real, además, podemos experimentar la excitación y el subidón de esas hormonas desde la comodidad de nuestros hogares o en entornos sociales seguros.

Esta fiesta permite a la gente expresar y abordar abiertamente sus sentimientos y preocupaciones sobre la muerte y el propio miedo, normalmente de forma lúdica, las fiestas y eventos de Halloween, pueden estar llenos de recuerdos festivos con desconocidos que charlan alegremente o se felicitan por los disfraces de los demás y se ríen de su ingenio o de lo absurdo de los mismos.

También hay un elemento de sublimación y exposición del miedo; la gente que representa cosas oscuras y horripilantes ayuda a desvanecer esos horrores, es una especie de juego de rol festivo en el que uno puede representar cosas aterradoras en sus propios términos y a su vez, sentirse fortalecido y valiente contra esas cosas.

La capacidad de autorizar y controlar la expresión del miedo puede conducir a una sensación de relativa seguridad, aunque Halloween sólo dura un tiempo breve, una vez al año y en el contexto adecuado, puede ser una salida relativamente segura y divertida para que la gente libere y comparta lo que todos tenemos en común: nuestra continua lucha por sobrevivir frente a situaciones difíciles y nuestra vulnerabilidad común como seres humanos.

Estefanía López Paulín
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