PsicologíaSlider

¿Sabes qué es el síndrome de asperger?

Por: Estefanía López Paulín

El síndrome de Asperger define al autismo cuando no se acompaña de discapacidad intelectual ni de dificultades significativas de lenguaje en sus aspectos formales. 

Se trata de una categoría que ha desaparecido en las últimas versiones de los sistemas de clasificación utilizados internacionalmente para hacer diagnósticos clínicos (CIE-11 y DSM-5). En ellos, se ha sustituido el término “trastorno generalizado del desarrollo” por “trastorno del espectro del autismo”, eliminando así otras categorías que se incluyen dentro de la de TEA, como “la enfermedad de Asperger”. 

Por tanto, el síndrome de Asperger forma parte del TEA y las personas que en su día recibieron dicho diagnóstico comparten las características nucleares de la condición: dificultades en la comunicación social y en la flexibilidad de pensamiento y comportamiento. Sin embargo, tienen un lenguaje fluido y una capacidad intelectual media e incluso superior a la media de la población. 

Aunque la categoría diagnóstica específica ha desaparecido de los dos sistemas de clasificación, se mantiene la denominación social por una cuestión identitaria y por el sentimiento de pertenencia que pueden presentar las personas que recibieron dicho diagnóstico. 

A continuación, una lista de características que suelen tener las personas pertenecientes al espectro autista. (Esto no quiere decir que todos tienen estos comportamientos, por eso se le llama espectro, porque la gama de características varia demasiado entre cada persona): 

  • Su forma de pensar es rígida y concreta lo que le ayuda en actividades que requieren atención a detalles y repetición de patrones, pero tiene dificultades en tareas que requieren flexibilidad o búsqueda de alternativas para la resolución de problemas. 
  • Es fiel a las rutinas que, en ocasiones, sigue de manera rígida y repetitiva. 
  • Las rutinas le proporcionan seguridad y pautas concretas de actuación pero limitan su comportamiento dificultando la adaptación a cambios, situaciones novedosas o poco previsibles. 
  • Tiene intereses muy concretos y específicos sobre los que acumula mucha información y dedica mucho tiempo, convirtiéndose, en ocasiones, en fuente principal de conversación y dedicación. 
  • Puede ser extremadamente sensible a algunos estímulos del ambiente, resultándole molestos o dolorosos (ruidos, luces, olores, sabores, etc.). 
  • Tiene dificultad para entender la comunicación no verbal (gestos, expresiones faciales, tono de voz, etc.) y los mensajes sutiles que se transmiten a través de este canal. 
  • Le cuesta elegir temas de los que “hablar por hablar” o tener una charla “social” con otras personas. 
  • Es muy literal; comprende el lenguaje según el significado exacto de las palabras por lo que muchas veces no entiende las bromas, los chistes, las metáforas o los sarcasmos. 
  • Su expresión verbal es correcta pero, a veces, utiliza el lenguaje de manera muy formal, siendo demasiado preciso o técnico.