Guerras, catástrofes, torturas, sufrimientos tan extremos que son capaces de trascender mucho más allá de respuestas psicológicas o mentales hasta colarse en lo más profundo del ser humano. Unos traumas que incluso afectan a las nuevas generaciones en una línea hereditaria directa. Sí, los miedos de los antepasados se heredan, así lo han demostrado diversos estudios a lo largo de los últimos años. Una experiencia traumática en la niñez o en la edad adulta que también podría lastrar a los descendientes.
El trauma heredado ocurre cuando eventos traumáticos masivos, impactan profundamente a las personas que los vivieron directamente, sin embargo, debido a que estas situaciones traumáticas intensas no siempre se procesan y resuelven completamente, quedan residuos emocionales y psicológicos arraigados en las personas.
Con el tiempo, estos residuos no resueltos pueden transmitirse a las generaciones posteriores, manifestándose en ocasiones a través de síntomas físicos y emocionales en los descendientes, incluso si no experimentaron directamente el trauma original.
El trauma heredado es un fenómeno intrigante que presenta síntomas en las generaciones futuras sin una causa directa en las experiencias individuales, los síntomas pueden tener su origen en eventos traumáticos del pasado en la historia familiar que no fueron debidamente procesados, de los síntomas más frecuentes podemos mencionar los siguientes:
Ansiedad y depresión: Sentimientos crónicos de tristeza, preocupación e inquietud pueden manifestarse como resultado de luchas emocionales no resueltas por parte de los antepasados.
Enfermedades crónicas: El estrés crónico experimentado por los padres puede influir en la salud de sus descendientes, lo que lleva a la aparición de condiciones físicas como posibles secuelas del trauma heredado.
Dolores físicos: Dolores de cabeza, estómago, espalda y músculos, comúnmente relacionados con el estrés y la ansiedad, pueden reflejar la transmisión de estrés a través de generaciones anteriores.
Comportamientos adictivos: La adicción a sustancias y comportamientos compulsivos, como el juego y las compras, a menudo surge como una forma de afrontar emociones y recuerdos dolorosos transmitidos de generación en generación.
Reconocer estos síntomas como posibles indicadores de trauma heredado es el primer paso hacia la curación. Al comprender su origen real, se abre la posibilidad de trabajar en la liberación tanto para uno mismo como en honor a los ancestros. Al abordar estos síntomas con comprensión y aceptación, se inicia un proceso de curación profundo y sanador.
Para iniciar el proceso de sanación del trauma heredado, es fundamental comprender su origen y quienes lo transmitieron, una herramienta clave para esto es trazar el árbol genealógico familiar hasta generaciones anteriores.
Estefanía López Paulín
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