La mañana del 5 de mayo de 1862 comenzó en Puebla, una batalla en la que el ejercito mexicano se enfrentó a las fuerzas armadas francesas, una de las más experimentadas del planeta en ese momento histórico, pero con estrategias no adaptadas al terreno.
El ejercito galo había avanzado en los últimos cuatro meses desde las costas de Veracruz con la intención de invadir México, tras el incumplimiento del pago de 80 millones de dólares en deuda. La batalla de Puebla duró todo el día y los mexicanos resultaron vencedores por primera vez desde que los franceses habían entrado al territorio.
“Las armas nacionales se han cubierto de gloria. Las tropas francesas se portaron con valor en el combate y su jefe con soberbia, necedad y torpeza”, escribió el hombre al frente de las tropas mexicanas; el general Ignacio Zaragoza.
La batalla de Puebla representa la antesala de la invasión a la Ciudad de México. La importancia del enfrentamiento entre ambos ejércitos fue por la cercanía de Puebla con la capital del país (150 kilómetros). El Ejército de México se apostó en los Fuertes de Loreto y Guadalupe, una construcción militar enclavada en un cerro al norte de la ciudad. Desde allí podían observar el avance de las tropas francesas.
Cada 5 de mayo se conmemora la Batalla de Puebla con un desfile militar y civil en la Ciudad de Puebla. El presidente mexicano participa y pasa revista a las Fuerzas Armadas que acuden para conmemorar a la fecha. La celebración se ha extendido a Estados Unidos, donde algunos colectivos de Puebla aprovechan para hacer desfiles y conciertos en los que festejan su origen mexicano con comida típica y mariachis.