Petróleos Mexicanos (Pemex) enfrenta una nueva controversia en medio de la crisis financiera y la caída en la producción de crudo. Según un informe de Bloomberg, las refinerías en Estados Unidos han detectado altas concentraciones de agua y sal en el petróleo enviado desde México, lo que afecta su utilidad para la producción de gasolina y diésel. El Gobierno mexicano reconoció este miércoles que el problema existe desde diciembre de 2024, pero aseguró que trabaja para resolverlo y que en breve el producto recuperará su calidad habitual.
De acuerdo con Bloomberg, refinerías en Luisiana y Texas han rechazado envíos de Pemex y han exigido descuentos ante la mala calidad del crudo. Fuentes citadas por el medio indican que los compradores han recurrido a proveedores de Colombia y Canadá como alternativa, lo que ha generado alarma entre los fabricantes de combustibles estadounidenses, ya que México es su segundo proveedor de petróleo después de Canadá. El informe destaca que el crudo mexicano ha llegado a contener hasta un 6% de agua, seis veces más que el estándar de la industria, lo que dificulta su refinamiento.
El director de Pemex, Víctor Rodríguez Padilla, admitió que los compradores estadounidenses han expresado quejas por el contenido de agua y sal en el crudo, pero negó que se hayan rechazado envíos. «Se penaliza con centavos del precio, pero seguimos exportando lo que estamos exportando», aseguró en la conferencia Mañanera, en presencia de la presidenta Claudia Sheinbaum. El funcionario explicó que la presencia de impurezas es «muy coyuntural» y que se requieren tratamientos químicos para deshidratar y desalar el producto antes de su exportación.
Por su parte, la presidenta Sheinbaum minimizó la situación y afirmó que el problema no es exclusivo de Pemex, sino de muchas petroleras a nivel mundial. La mandataria aseguró que en un plazo de 10 días la situación estará controlada. Mientras tanto, Pemex enfrenta un adeudo de 20.000 millones de dólares con contratistas y una producción en declive, cerrando 2024 con apenas 1,6 millones de barriles diarios, una de las cifras más bajas en cuatro décadas.