La ola de inseguridad que azota a Villa de Ramos ha rebasado los límites de lo tolerable. Los delitos de bajo impacto, como robos y asaltos, se han convertido en el pan de cada día, sumiendo a los ciudadanos en un estado de temor.
Los habitantes de Villa de Ramos se encuentran atrapados en una pesadilla donde la delincuencia los acecha. La tranquilidad se ha esfumado. Los robos y asaltos, que antes eran casos aislados, ahora ocurren con una frecuencia alarmante.
El miedo se ha arraigado en los ciudadanos, quienes temen salir de sus hogares incluso para realizar las actividades más cotidianas, como ir a la tienda de la esquina, pues temen que al regresar ya no encuentren algún objeto o, peor aun, que en cualquier momento se aparezca un ladrón y los despoje de sus pertenencias.
La falta de control e inacción de las autoridades competentes han causado enojo en los ciudadanos. La impunidad con la que actúan los delincuentes, sumada a la falta de respuesta por parte de las fuerzas de seguridad, les ha generado un sentimiento de frustración e impotencia.
La falta de castigo a los delincuentes los alienta a seguir cometiendo estas fechorías que, de no ser atendidas, podrían dispararse a niveles de reacción ciudadana o a la comisión de otros delitos de mayor impacto.
Los habitantes de Villa de Ramos claman por mayor presencia policial. Quieren recuperar la tranquilidad que les ha sido arrebatada, quieren volver a caminar por sus calles sin el temor de ser asaltados, quieren que Villa de Ramos vuelva a ser un lugar seguro para vivir.