En las tierras altas de Cedral, donde el viento acaricia campos infinitos, florece una historia de amor y emprendimiento que ha dado vida a una marca única: Alma de Rosa. Detrás de cada aceite esencial, ramo, vela y jabón orgánico que lleva este nombre, se esconde un homenaje a la memoria de una madre y un sueño hecho realidad.
Todo comenzó cuando el empresario Manuel Azcona inició la construcción de su finca, “El Socarrón”. Fue entonces cuando su madre le hizo una sencilla petición: sembrar un poco de lavanda y romero. Con la ilusión de complacerla, Manuel realizó un pedido de lavanda, pero la vida, con su incesante fluir, le tenía preparada una sorpresa. La pandemia de COVID-19 irrumpió en el mundo y, desafortunadamente, la madre de Manuel falleció.
A pesar del dolor, Manuel decidió seguir adelante con su proyecto. El pedido inicial de 17 mil plantas de lavanda se había quedado pequeño ante el inmenso vacío que sentía en su corazón. Fue entonces cuando el proveedor le comentó que tenía 61 mil plantas disponibles. Sorprendido por la cantidad, Manuel decidió comprarlas todas. Al preguntarle el productor por qué necesitaba tantas, Manuel respondió con una simple pero profunda razón: quería que el aroma de la lavanda llegara hasta el cielo para que su madre pudiera sentirlo.
Así nació Alma de Rosa, un proyecto que va mucho más allá de la producción de productos naturales. Cada planta de lavanda cultivada en Cedral es un recordatorio del amor que Manuel siente por su madre. El nombre de la marca, “Alma de Rosa”, es un homenaje a ella, y su slogan, “Un regalo de la tierra para el cielo”, refleja la esencia de este proyecto.
Hoy en día, Alma de Rosa se ha convertido en una referencia en la producción de productos naturales de alta calidad, elaborados con ingredientes orgánicos y siguiendo procesos artesanales. Sus aceites esenciales, conocidos por sus propiedades relajantes y terapéuticas, son utilizados en aromaterapia y en la elaboración de una amplia gama de productos para el cuidado personal.
La historia de Manuel Azcona y Alma de Rosa es un ejemplo inspirador de cómo el dolor puede transformarse en una fuerza creativa y cómo un simple gesto de amor puede dar origen a un proyecto que trasciende.