Un ambiente de inequidad y favoritismo ha envuelto las celebraciones decembrinas en el municipio, luego de que se dieran a conocer marcadas diferencias en las fiestas organizadas por el alcalde Raúl Ortega Rodríguez.
Mientras que los trabajadores operativos recibieron posadas de carácter general, con una organización austera y recursos limitados, un grupo selecto de empleados, considerados por el funcionario como parte de la «clase alta», disfrutaron de una extravagante celebración en un club. Esta fiesta estuvo marcada por el derroche de miles de pesos en costosos premios y de bebidas alcohólicas al por mayor.
La situación generó malestar entre los trabajadores, quienes denuncian un claro caso de clasismo por parte de Raúl Ortega. «Nos sentimos utilizados y menospreciados», expresaron empleados operativos que han servido a la ciudadanía por varias administraciones, señalan que es evidente que para algunas personas hay más privilegios que para otras.
La aparente contradicción se agudiza ante las declaraciones de Ortega Rodríguez, quien argumentó que en el mes de diciembre la situación financiera del municipio era crítica, lo que obligó a solicitar algunos servicios a crédito para la pachanga. Sin embargo, proveedores locales han denunciado que, hasta la fecha, dichos pagos aún no se han realizado.
Esta situación ha desatado un intenso debate en los propios trabajadores del Ayuntamiento sobre la transparencia en el manejo de los recursos públicos y la equidad en el trato a los trabajadores municipales.
La marcada diferencia en el trato hacia los empleados no solo refleja una falta de equidad, sino que también pone de manifiesto una clara discriminación laboral. La división de los trabajadores en categorías basadas en criterios subjetivos como la «clase social» muestra desigualdades ejercidas por Raúl Ortega que abren la puerta a la desmotivación y, a afectar negativamente la productividad.
