Aquel sábado 22 de agosto de 1998 la vida le cambió por completo a Delfino Castorena “El Castor” salió con destino a los Estados Unidos, cruzó de mojado el Río Bravo, tras mucho caminar, casi un día completo, llegó a los patios del ferrocarril en Laredo, Texas, ahí espero a que arrancara “La Bestia” y subió de una manera muy complicada, fue el último de los “mojados” que lo hizo.
La lluvia complicó el panorama, el vagón del ferrocarril, donde viajaba de “mosca” Delfino, no era muy seguro, tan es así que en un determinado momento resbaló y cayó en las vías del tren, el momento fue de angustia para Delfino que veía como pasaban los vagones y el debajo de ellos, un fuerte golpe en la cabeza lo hacer reaccionar y pone su mano sobre la vía, una de las ruedas del tren le corta la mano derecha, el impulso hace que coloque la otra y, en un segundo, Delfino se queda sin manos.
“Me levanté y puse lo que me quedaba de brazo en mi espalda, no sentía dolor, solo quería llegar a un lugar y pedir ayuda, solo vi el letrero que indicaba 410-35 en las vías del tren, empecé a caminar guiado por la luz trasera del ferrocarril que vi cómo se alejaba junto con mi sueño de llegar a Estado Unidos”, cuenta “El Castor”.
Fue auxiliado por un bombero que lo encontró y le ofreció la ayuda, solo recuerda Delfino que alcanzó a ver la hélice de un helicóptero y despertó en el Hospital de San Antonio Texas. Tenia ya la operación y el injerto de la parte de su mano izquierda colocada en el hombro derecho.
La recuperación no fue fácil, Delfino pensó en un determinado momento quitarse la vida, solo que encontró personas que vieron por él, entre ellos el pastor de la Iglesia Bautista Juan Luján y las terapias de los psicólogos del hospital de San Antonio, TX. así empezó Delfino a forjarse en su nueva vida, con solo un brazo, pero nunca se rindió, desde ese tiempo ha tenido infinidad de trabajos, como albañil, operador de maquinaria, pintor, chofer de camiones de volteo, actualmente se dedica a la venta de tacos, junto a quien lo ha acompañado en todo momento: su esposa, Guadalupe Galván y sus tres hijos.
Un claro ejemplo de superación en la persona de Delfino Castorena, además de su tragedia, también ha sido víctima de la discriminación, perdió su empleo en la presidencia municipal cuando lo relacionaron con uno de sus hermanos de arraigo priísta, fue el motivo suficiente para que lo dejaran sin empleo, ahora lucha y su mayor deseo es recuperar su visa para ir a visitar a su amigo, el Pastor Juan Luján, a manera de agradecimiento que vio por él cuando Delfino no tenía las ganas de vivir.