Han pasado 40 años desde que María fue violentada sexualmente por su primo, durante muchos años se quedó callada hasta que decidió unirse a la marcha del 8 de marzo, se dio el valor para denunciar públicamente a su agresor.
Desde entonces, María fue invadida por el triste y amargo recuerdo de haber perdido su virginidad a sus escasos siete años, en plena edad de la inocencia y abusada por gente muy cercana a su familia en una acción que la dejó marcada de por vida.
María busca que su agresor dé la cara, que se arrepienta de sus acciones y reconozca su fechoría, desde ese mal momento, a María la acompaña la soledad, el silencio, el miedo de volver a ver a su agresor y cada noche desde que era niña sus sueños ya no fueron con castillos y príncipes, sus sueños los mataron para convertirlos en pesadillas donde noche a noche atormentan su mente y acrecientan su miedo a quedar nuevamente sola y en las garras de quien en su momento se aprovechó de su inocencia para satisfacer sus instintos que como fiera en celo sació en el cuerpo de una casta criatura.
María esta a la espera de la justicia, pero de la justicia divina, la que, para los cristianos, se hará efectiva en el Juicio Final o Juicio Universal, cuando cada hombre hará rendición de cuentas con Dios, de tal forma que Dios juzgará a cada uno según lo que haya hecho en su vida.
(Esta historia es real, solamente los nombres fueron cambiados para protección de los inocentes).