Tras meses de incertidumbre que tenían a los productores del Altiplano con el Jesús en la boca, las lluvias de los últimos días están inyectando esperanza en el campo. En Matehuala, se siente diferente; el ambiente es menos agobiante.
La noticia que más celebran los ganaderos es, sin duda, el llenado de algunos abrevaderos. La sequía los tenía con el alma en un hilo, viendo cómo el ganado sufría por la falta de agua. Ahora, esos puntos vitales que estaban secos o casi vacíos, empiezan a recuperar su nivel. Es un alivio ver cómo los espacios de cobran vida.
Pero no solo es el agua para el ganado, la tierra, que parecía un desierto, ya se está absorviendo la humedad. Esto es clave para que empiece a brotar el forraje y para que la vegetación se recupere. Esto no es garantía total para lograr las cosechas, pero estas lluvias son el primer paso para que el Altiplano empiece a dejar atrás la sequía y el campo vuelva a respirar.
Para los agricultores y ganaderos de Matehuala y la región, estas lluvias son un bálsamo. Abren la puerta para que se puedan pensar en las próximas siembras y, con ello, en una mejor producción. Esto es un empujón directo a la economía local, que se encuentra estancada por la falta de agua.