Las personas indigentes se han convertido en invisibles y solo sinónimo de “molestia” en la ciudad.
En los últimos años, en el altiplano potosino se ha incrementado el número de personas que cambian a esta “forma de vida” por distintas circunstancias de la vida.
Sin albergues ni refugios para atender estas necesidades, las personas en situación de calle sufren rechazo en la sociedad, ya que algunos sufren trastornos mentales o adicciones.
Poca ciudadanía puede ver el sufrimiento y la historia detrás de cada indigente que obligó a dejar el hogar y tomar las calles, pocos se sensibilizan y todos juzgan.
A nadie le preocupa y no actuamos en beneficio de los indigentes, somos indiferentes ante ellos y los vemos solo como un “estorbo”.