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Desarrolla Lupita de La Cruz buena química en su carrera

En una entrevista reciente con el locutor José Paz Villanueva Contreras, Lupita de la Cruz relató su trayectoria como Química Farmaco Bióloga en la que evocó el Matehuala del ayer, en una transmisión de la estación Oye 105.5 FM, dentro del programa “Memorias de nuestra gente”, que se publica en Facebook y por sus diferentes plataformas.

Entrevistada en la unidad central del Laboratorio Clínico de la Cruz, en la calle Ángel Veral, Lupita contó cómo desde su niñez tuvo interés en estudiar química, alentada por sus maestros.

Lupita estudió desde jardín de niños hasta secundaria en el Instituto Matel, cuando se encontraba por la calle Hidalgo. A ella le tocó entregar la bandera en el nuevo edificio del Boulevard Carlos Lasso.

Al salir de secundaria se trasladó a Monterrey para estudiar la preparatoria; allá sus hermanas mayores, María Elena y Ana María, estudiaban medicina y arquitectura, respectivamente.

Mientras que las hermanas mujeres estudiaban en Monterrey, su hermano Eduardo Manuel estudiaba para Ingeniero Químico en la Ciudad de México, como algunos de sus familiares.

Su interés en la química se impulsó por la explicación clara y amena que recibió de su profesor de química orgánica en la preparatoria en Monterrey; además de su curiosidad de saber sobre las teorías del origen de la vida.

Su padre es matehualense, mientras que su mamá es de Cedral, S. L. P., de la familia Maldonado, con gran arraigo cedralense.

MATEHUALA DEL AYER 

Lupita recordó el Matehuala del ayer, con sus calles empedradas y con una acequia de agua clara que procedía de El Ojo de Agua y de la que la gente se proveía para uso doméstico. 

Recordó que en los años de su niñez había camelias blancas y rosas por el rumbo del Parque Álvaro Obregón, que entonces era de tierra y donde los niños jugaban. 

Del cultivo de las camelias proviene que a Matehuala se le llame la “Ciudad de las Camelias”, nombre que le atribuyó el poeta Ángel Veral. 

Sus padres vivían en la calle Independencia, entre Terán y Ocampo, y en los años en que estudiaba en el Matel se trasladaba a pie sin preocupaciones a pesar de que tenía que pasar por las cantinas de la calle Bustamante. 

Lupita recordó que por su casa pasaban carretones rumbo al Mercado Arista, procedentes de Sacramento, cargados de verduras recién cortadas, con queso, leche, huevos y conejos. 

De rato, los carretoneros regresaban y en las tienditas de las esquinas compraban sardinas de las llamadas “portolas” y se las comían en panes, acompañadas de un chile bolita. 

Después de estudiar la Universidad en Monterrey, N. L., abrió en 1980 su laboratorio de análisis clínicos en Morelos con Madero. 

Aunque tenía interés en trabajar en la industria farmacéutica en la elaboración de medicamentos, decidió, alentada por sus padres a abrir su laboratorio, pues sólo había uno, el de Francisco Aguilar, pero era poco atendido porque trabajaba en Salubridad, además de que requería estudiar más. 

Su titulación de la Universidad fue por promedio. Dijo que en la preparatoria y en su carrera sacó el segundo lugar general en aprovechamiento. 

Como el título se tardaba un año en ser emitido, le informó a la Directora de la carrera, Química Iris Guajardo sus intenciones de abrir un laboratorio particular y le recomendaron hacer prácticas en la Ciudad de México en los Laboratorios Clínicos Reforma, del Dr. David Bezudo, de ascendencia judía. 

Sobre su estancia estudiantil en Monterrey, dijo que las personas eran muy amables y hospitalarias, pero ella extrañaba Matehuala y sus amigas de secundaria se habían ido a estudiar a la ciudad de San Luis Potosí, y las veía en los “Bailes del Estudiante Ausente” que se organizaban en diciembre. 

De Monterrey, recordó los paseos por la Presa de La Boca y a sus amigos les recomendaba que visitaran Real de Catorce, S. L. P. 

Además de hacer prácticas en la Ciudad de México, estuvo colaborando en el llamado entonces Hospital Infantil de Monterrey. 

SU LABORATORIO EN MATEHUALA 

A la edad de 22 años abrió su primer laboratorio en Matehuala en 1980, por lo que este año cumple ya 43 años, durante los cuales ha combinado bien sus tareas de emprendedora y de madre; tiene tres hijos, dos hombres y una mujer, y ya es abuela. 

Lo que un día nació como un simple sueño ahora es una realidad que la llena de satisfacción, ya que el Laboratorio Clínico de la Cruz tiene ocho sucursales, cuatro en Matehuala y las otras cuatro en los municipios de Nuevo León, Doctor Arroyo y Aramberri, otra en Charcas, S. L. P. y otra en el estado de Zacatecas. 

Empeñada en ofrecer un servicio de calidad y confiabilidad, recientemente obtuvo de la Entidad Mexicana de Acreditación (EMA) el ISO 15189-2012, de los cuales sólo hay 26 laboratorios acreditados en el país y es el primero en el estado de San Luis Potosí. 

El Laboratorio cuenta con 15 químicos repartidos en las áreas de hematología y coagulación, química clínica y biología molecular. 

Con el reconocimiento internacional de un ISO especializado, Lupita de la Cruz Maldonado por muy en alto el nombre de Matehuala, la ciudad que la llena de orgullo.