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Vive Don Moisés Hernández hechos sobrenaturales en carne viva

En Matehuala, S. L. P existen leyendas, como “La del Carretón de la Muerte”, pero don Moisés Hernández narra a su modo cómo experimentó ese y otros hechos sobrenaturales en noches tenebrosas del Altiplano Potosino.

Con mucha seriedad y con lujo de detalles contó sus experiencias de aparecidos y espantos en una entrevista reciente con el locutor José Paz Villanueva Contreras, de la estación Oye 105.5 FM, dentro del programa “Memorias de nuestra gente”, que se publica en Facebook y por sus diferentes plataformas.

Don Moisés, de 74 años, originario de La Lajita, municipio de Doctor Arroyo, N. L., pero residente en Matehuala por más de 50 años, recordó en la entrevista cómo era el Matehuala del ayer, con sus leyendas y costumbres.

Cuando era niño se trasladaba con sus padres desde La Lajita a Matehuala en carretones en una aventura por caminos y veredas que les tomaba hasta 10 horas en llegar.

Recordó que llegando a Matehuala, por donde se encuentra El Cerrito, veía a lejos las casas con sus humeantes chimeneas en una ciudad con señoriales casas y casas empedradas.

Su papá, de oficio albañil, ocupación que heredó, era originario de La Lajita y su mamá era de Matehuala, donde residían tíos paternos y maternos, y con ellos se hospedaban.

Entre los recuerdos que tiene de Matehuala está el de la acequia que proveía de agua de El Ojo de Agua y pasaba por diferentes calles y dirigirse hacia el sur de la ciudad.

Para don Moisés, Matehuala era muy bonito y sus habitantes saludaban con un “Buenos días le dé Dios”, e imperaba un gran respeto de los niños por sus mayores.

Esa forma de trato familiar la inculcó a sus hijos, pues una familia muy respetuosa. “A mí no me hablan de tú, me hablan de usted”, dijo en forma enérgica.

MATEHUALENSE POR ADOPCIÓN

Después de la muerte de padre, a los 17 años, “se hizo de Matehuala” y trabajó en las zanjas para introducir el drenaje en la calle Julián de los Reyes.

En esos años, en su rancho se ganaba cinco pesos por jornada laboral diaria, 30 pesos a la semana; en Matehuala ganaba 20 pesos diarios, lo que daba un ingreso de 120 pesos a la semana.

“Creo que antes se vivía mejor”, dijo, aunque reconoció que había mucha pobreza y atraso, pero se respiraba un aire de mucha tranquilidad entre los matehualenses.

Aprendió sus primeras letras en La Lajita en la Escuela Primaria “Miguel Hidalgo” y, gracias a saber leer y escribir, se desempeñó como albañil en Matehuala, durante 45 años, e hizo muchas construcciones.

Recordó los inicios de la edificación de casas en la Colonia Santa Martha y el fraccionamiento de la Colonia La República.

Una de sus satisfacciones fue haber ganado mucho dinero como albañil, aunque reconoció que la gustaba gastarlo en sus ratos de esparcimiento en los bares que existían como “La Bolita”, “Don Pepe”, “El Colorín”, “El Corona”, “El 30-30”, entre otros; también la pulquería “El Sesteo de las Águilas”, localizada en la calle Matamoros.

“Se ganaba dinero, pero no sabía uno cuidarlo, esa es la verdad”, admitió.

A estas alturas de la entrevista, don Moisés se dispone a contar los hechos sobrenaturales de los que fue testigo en las calles de Matehuala.

Cuando vivía con una tía por la calle Bocanegra, una noche oyó el golpeteo de las ruedas de un carretón en las calles empedradas; el misterioso carruaje transportaba una caja de muerto.

El cortejo era seguido por seis mujeres a las que no se les veía el rostro; iban embozadas con paso doliente.

Aunque sintió temor, una voz le ordenó insistente que siguiera el cortejo fúnebre que, después de recorrer distintas calles, se dirigió por la calle Aramberri y llegó al frente de la entrada del Panteón Hidalgo.

Para su asombro, las puertas de madera del Panteón se abrieron solas, mientras las mujeres se iban alejando de espaldas, igual que él, quien se marchó del lugar bien espantado que motivó que lo llevaran a La Paz, S. L. P. con un curandero.

En otro hecho sobrenatural que contó fue que siendo velador en un lugar de la Avenida Roble, se le apareció una mujer vestida de blanco, quien caminaba el aire, a unos 40 centímetros de altura.

Con su lámpara, la siguió unos 50 metros y al alcanzar una altura de 1.5 metros se perdió en el aire, soltando un estruendosa carcajada.

Al día siguiente se investigó el hecho con las cámaras de vigilancia del lugar, las cuales no registraron el hecho y sólo se observó un perro, quien don Moisés nunca vio. Espantado, otra vez, a la siguiente semana dejó el trabajo de velador.

TERRORÍFICA EXPERIENCIA

Pero los hechos sobrenaturales no lo abandonaron. Después de estar conviviendo en el elegante “Bar Don Pepe”, al dirigirse a su domicilio en la calle Matamoros, volvió a pasarle una terrorífica experiencia.

Una señora, vestida como mucha elegancia, se le emparejó y le preguntó a dónde se dirigía, y él le contestó que para su casa.

La enigmática mujer sacó de su vestido una moneda relumbrante y la depositó en su mano derecha, pero era de quemante lumbre; la mujer se rió y desapareció.

De Matehuala, quedaron pendientes de contar más experiencias, pero sí contó que cuando tenía 16 años y cuidaba una labor llamada “El Paisano”, del señor Polo Castro, en la madrugada oyó voces y se oyó una carcajada.

Después vio un animal arriba de una mezquite, intentó dispararle, pero no funcionó la pistola que portaba; montó un caballo y se alejó del lugar, volvió a disparar y ahora sí hizo detonaciones.

También contó que cuando trabajó como velador en Tricesa (Triturados Cedral), por la Carretera 57, la México-Piedras Negras, se le apareció una mujer, que dio una vuelta por la planta; luego se apareció un animal arriba de un mezquite, como tecolote.

Una voz le gritó: “Acá estoy”, siguió al animal como unos 800 metros, pero misteriosamente desapareció.

En ambos casos, don Moisés atribuyó a la aparición de seres sobrenaturales con mucha tradición que se cuenta en la zona del Altiplano Potosino.

Don Moisés prometió seguir contando hechos de los que ha sido testigo, como lo ocurrido con personas que han sido arrastradas o lo que ha ocurrido en otros barrios de Matehuala, como en el Plaza de la Leña

Gracias a José Paz por seguir llevando historias de ciudadanos matehualenses distinguidos y por recordar el Matehuala del ayer.

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