Matehuala se llenó de fervor y color este Domingo de Ramos, marcando el inicio de la Semana Santa con una emotiva congregación de feligreses en el Parque Álvaro Obregón. Desde temprana hora, familias enteras se dieron cita portando con orgullo sus ramos de palma trenzada, símbolo de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.
El ambiente se llenó de solemnidad con la voz de Mons. Margarito Salazar Cárdenas, Obispo de la diócesis de Matehuala, se escucó en el parque para impartir la tradicional bendición de los ramos. Acompañado por el Padre Gustavo Tapía, el obispo elevó sus plegarias sobre la multitud que alzaba sus palmas hacia el cielo, en un gesto de fe y devoción.
Tras la bendición, Mons. Salazar Cárdenas encabezó una procesión por las calles principales de la ciudad, culminando en la Catedral de la Inmaculada Concepción. Una vez en el atrio, se ofició la misa solemne, en la que se recordó el pasaje bíblico de la entrada de Jesús a Jerusalén, aclamado por la multitud con hojas de palma.
La liturgia estuvo marcada por la reflexión sobre el sacrificio y la entrega de Jesús, preparando los corazones de los feligreses para la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección durante la Semana Mayor.
Los ramos que se bendicen el Domingo de Ramos tienen un profundo significado religioso. Simbolizan las palmas y ramas de olivo que la multitud extendió a Jesús a su entrada triunfal en Jerusalén, reconociéndolo como el Mesías y Rey. Este gesto marca el inicio de la Semana Santa, la semana más importante para la fe cristiana.
Tradicionalmente, los ramos utilizados en esta celebración provienen de las hojas de palma, las cuales son cortadas y, en muchos lugares, trenzadas artísticamente por artesanos locales. En algunas regiones donde la palma escasea, se utilizan otras ramas verdes como el olivo o el laurel, manteniendo el simbolismo de la vegetación como signo de vida y renovación.
Una vez que los ramos han sido bendecidos, se convierten en objetos de protección para los hogares. La tradición dicta que deben ser colocados en un lugar especial de la casa, como detrás de las puertas, ventanas o junto a crucifijos e imágenes religiosas.
Se cree que los ramos benditos protegen el hogar de males y enfermedades, y recuerdan constantemente la fe y el compromiso cristiano. Es importante recordar que, aunque son objetos bendecidos, su poder reside en la fe de quien los posee y en la oración.
Al llegar el Miércoles de Ceniza del año siguiente, la tradición indica que estos ramos deben ser quemados y sus cenizas utilizadas para marcar la frente de los fieles, simbolizando el inicio de la Cuaresma y el llamado a la conversión y la penitencia.