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El secuestro que marcó la vida de Guillermo del Toro

James Cameron pagó el rescate

En 1998, el cineasta mexicano vivió uno de los momentos más oscuros de su vida: el secuestro de su padre, Federico del Toro Torres, en Guadalajara.

“Me hubiera quedado en México toda mi vida, pero el secuestro de mi padre cambió todo”, recordó Guillermo en Cannes.
“Empecé a trabajar en Estados Unidos porque debía mucho dinero de mi primera película mexicana, Chronos. Debía un cuarto de millón de dólares personalmente y tuve que pagarlo.”

Durante 72 días, su familia vivió entre amenazas, llamadas y miedo. El rescate exigido era tan alto que Del Toro no podía cubrirlo. En medio de la desesperación, James Cameron, director de Titanic y amigo cercano del cineasta, intervino sin dudar.

“James Cameron pagó el rescate de mi padre. Él salvó la vida de mi papá”, confesó Del Toro en una entrevista.
“Nunca olvidaré ese gesto. Cuando todo el mundo se alejó, él fue el único que se acercó.”

Tras la liberación de su padre, Guillermo y su familia decidieron dejar México. El trauma fue tan profundo que el director no regresó a vivir al país.

“Fue un momento terrible. En ese instante entendí que ya no podía quedarme. El miedo se metió en casa.”

Esa experiencia redefinió su vida y su cine: el dolor, el miedo y la compasión hacia lo monstruoso se convirtieron en parte de su identidad artística.


A veces los monstruos más aterradores no están en la pantalla, sino en la vida real. Y es desde ahí donde Del Toro aprendió a transformar el horror en belleza.